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-¿Por qué me has cogido la mano?-preguntó, clavando su fría mirada azul en la de Donald.
-Me aburría, quería tenerte cerca...
-Y que nos descubrieran, ¿no? Muy bien...-avanzó lentamente hacia él-Donald, lo hemos dejado claro. Aquí, los periodistas respetan mi vida privada. En América, en cambio, parece que coma niños de desayuno.
-¡Ya estamos! Los americanos por aquí, los americanos por allá... La culpa siempre es nuestra! Su tanto te importa que te descubran, ¿a qué ha venido lo de la espalda?-gritó Donald, empezando a andar de un lado a otro de la sala.
-Porque, que yo sepa, la gente no sabe que te gusta que te rasquen la espalda. A no ser que lo hayas publicado en Twitter, a saber...-añadió, levantando la cejas.
-Bueno, ¡yo hago lo que quiera en mi cuenta de Twitter! Es mía por algo!
-Ya, pero ir poniendo comentarios personales...
-¡La gente lo hace! ¡Yo también puedo!
-Pero tú eres el presidente de un país, ¡no un chaval de treinta años que se dedica a contar su vida por ahí! Lo que pones, por estúpido que sea, ¡es oficial!
-¿Cómo que estúpido!? ¡Dime algo que haya puesto que sea estúpido! Por otra parte, me asombra que sepas qué es Twitter... Creía que era demasiado tecnológico para tí
-¿Creéis que Putin vendrá a la gala Miss Universo de Moscú y se hará mi amigo?-le imitó, poniendo voz aguda- Y sí, sé lo que es Twitter, no vivo debajo de una piedra.
- ¡A veces lo parece!
- ¡Siento no informar de todos mis movimientos a través de Twitter, señor Covfefe! No sé si lo sabrás, ¡pero los presidentes suelen tener cosas más importantes que hacer!-Vladimir estalló, desesperado.
- ¡Pero si ni siquiera tienes Twitter!-Donald ya no sabía qué hacer. Nunca había visto a Vladimir con algo tan metido en la cabeza.
- ¡Por eso! ¡Porque ya sale en las noticias! ¡Y las cosas que no quiero que salgan, no salen!
- ¡Eso es censura!
- ¡No, es saber callarse! Si tanto te gusta la palabra, ¡autocensurate!
- Bueno, ya que tienes tanto que hacer que ni siquiera tienes Twitter, ¡explícame la mitad de las cosas que haces! ¡Porque no sé qué tiene que ver guiar grullas con dirigir un país!
- ¡No guío grullas todos los días, Donald! ¡Y se llama saber venderse! ¡A la gente le encanta ver como su líder se preocupa por ellos!
- ¿¡Así que no te importan en lo más absoluto!?
- ¡Claro que me importan! Es mi país, son mi gente! ¡Me he esforzado mucho en sacar a este país de la ruina! ¡Y no voy a permitir que nadie vuelva a tocarlo ni a amenazarlo! Y si por ello he de renunciar a tí, ¡lo haré!
-Madre mía, ¡Vladimir! ¡Ni que te estuviera pidiendo dejar la presidencia! Sólo quiero que estés más tiempo conmigo, ¡en contacto! Pero eso es imposible, al parecer, ya que soy un presidente y he de estar serio, y olvidarme del amor.
-No, ¡yo sólo quiero que seas consecuente! ¡Que te hagas respetar entre tu gente! No puede ser que te estén tratando de llevar a juicio ¡Es impensable! ¡Eso es que no te respetan! ¡Y yo quiero que te respeten! ¡Pero eso es imposible si te dedicas a soltar perlas por Twitter, entre otras cosas! Por eso yo me preocupo por ti, ¡y te digo que dejes de hacer el imbécil con tus aparatitos!

Las últimas palabras dejaron de resonar en la habitación. Donald miró a Vladimir, sorprendido.

-De... De verdad te preocupas por mí?
-Claro, si no te ignoraría, y solo te llamaría para satisfacer mis necesidades. Pero te quiero, ¡y por eso me preocupo!
-Yo también te quiero, ¡Vladimir!
-Donald. Jay. Trump. Ven inmediatamente aquí.-Vladimir le miró, clavando su mirada. Su voz era seria.
-¿Qué pasa?-preguntó, acercándose con cuidado, recordando que, aún habiendo hecho las paces, podía ser sólo un truco.
Vladimir le tumbó contra la mesa. Se inclinó por encima suyo. Donald notó un bulto contra él.
-Que me encantas con ese traje.-susurró a su oído.

Entre nosotros ⁂Trump x Putin ⁂Donde viven las historias. Descúbrelo ahora