No eres rival para un Secharia

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Me tiré algo más de media hora rebuscando en el armario algo decente para salir con Eric. ¿Cómo se supone que tenía que ir vestida a una cita con alguien tan impredecible? Estaba segura de que las chicas podrían ayudarme, así que les dejé un mensaje en el grupo que habíamos creado para cotillear entre nosotras.

Yaiza R: Conociéndole irá bien arreglado, así que nada de shorts y converse.

Melissa D: Pienso lo mismo, aunque claro, hablamos de Eric.

María A: Cierto, nada en él es normal. Lo mismo te lleva al restaurante más caro vestido de etiqueta que a un motel de mala muerte

Yaiza R: Mery!!!!

María A: JAJAJAJAJAJA vale, ya me voy

Daniela S: si no me equivoco hoy estrenaban una película que él quería ver... seguramente te lleve a verla

Hazel: Entonces lo suyo será ir normalita.... ¡Gracias chicas!

Melissa D: ¡Luego nos cuentas!

Después de leer las opiniones opté por unos vaqueros ajustados y un top blanco de palabra de honor con unos zapatos de tacón a juego. Me maquillé con colores lo más naturales posibles, nunca me había gustado parecer un cuadro del Louvre, y terminé de estirarme el pelo antes de volver al salón a esperar a que llegara.

— Ah.... ¿lo de la cita iba en serio?

Eran las primeras palabras que Anthony me dedicaba después de nuestra charla de este mediodía en el burger. El ensayo de hoy había sido un puro desastre, ya que se había empeñado en hacer el completo idiota, pensando en quién sabe qué. Pero al menos, seguía bailando y no sabía si era porque era su trabajo o por el simple orgullo de que nadie lo viese caer; hasta que terminó con la paciencia de Eric y terminó de compararlo con un pingüino "hasta los pingüinos tienen más gracia que tú", lo cual terminó con Anthony saliendo por la puerta y yo corriendo tras él.

— Puedes estar tranquilo, no tengo pensado el robarte el novio — dije sarcásticamente consiguiendo dibujar por un momento una leve sonrisa en su rostro

— Claro que no — se levantó y se acercó a mí — no eres rival para un Ladao — susurró en mi oído y rodeó mi cintura con sus brazos.

Aquel simple gesto ya me ponía nerviosa. El saber que apenas unos centímetros separaban su boca de la mía ya me hacía temblar. Él siempre tenía ese maldito efecto en mí y probablemente les pasaba a todas cuando estaban junto a él. Sin duda era así como las conquistaba pero iba a necesitar más que eso si de verdad quería que yo cayera a sus pies. Yo no era ellas y ese era el momento de demostrarlo, aunque por dentro moría por lanzarme sobre él, como cuando alguien se aferra a la vida.

— Cierto — asentí deshaciendo su agarre de mi cintura — lo mismo que tú no eres rival para un Secharia.

Aquello le hizo separarse completamente de mí. Esta vez yo había ganado y probablemente sería la única vez que lo lograra. Sabía que nunca más conseguiría pillarle desprevenido, él no me dejaría.

— Ahí tienes a tu enamorado — dijo en el momento que sonó el timbre y abrió la puerta

— Hola Boo — saludó Eric a su amigo sin obtener respuesta.

— Déjalo, está de un insoportable....

— Los pingüinos no hablan — protestó mientras se sentaba en el sofá

— Ay cariño, no puedes estar enfadado toda la vida conmigo por eso — Eric se sentó junto a él haciendo pucheros — Erica te quiere

No sabía como lo hacía pero siempre lograba sacarle una sonrisa

One In A MillionDonde viven las historias. Descúbrelo ahora