Parte uno.

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Lisa y Rosé eran mejores amigas, y compartían un apartamento que era pagado por la familia de la primera. Cursaban en la universidad de Seúl, en la facultad de artes. Lisa estaba soltera, Rosé tenía novio, y llevaban casi un año.

Todo marchaba realmente bien en sus vidas. Eran jóvenes, y disfrutaban de su juventud plenamente. No trabajaban, y su horario de clases acababa justo a las 3 de la tarde. Siempre al salir pasaban por un café, o iban de compras. Los fines de semana con frecuencia asistían a las fiestas que elaboraban sus compañeros, la mayoría de veces, hacían sus propias fiestas, exclusivamente para ellas dos. A Lisa le gustaba complacer, consentir, y cuidar de Rosé; desde que le vio por primera vez, con su rostro apagado y afligido, su corazón bombeó de tal forma que tan sólo quiso estar a su lado, y ser quien le protegiese.

Juntas encontraron muchas similitudes entre sus gustos y pensamientos. Rápidamente se volvieron cercanas. Lisa ayudó a Rosé a salir del ambiente negro en el que vivía su día a diario: con sus padres envueltos en el alcoholismo y el hombre maltratando a su madre, el desempleo de ambos, y la pobreza. Lisa le rescató, y le sacó de ese lugar, dirigiéndola a una mejor vida, en un mejor ambiente, y con ella cuidándole. Porque Rosé siempre fue muy débil y entregaba su amor muy fácilmente. Era una persona grandiosa para la de cabellos rubios y muy pronto está se hubo robado un espacio en su corazón.

Lisa estaba perdidamente enamorada de su dulce pelinegra, de sonrisa destellante y voz empalagosa. Y ni siquiera el hecho de que Rosé jamás fuese a corresponderle mataba ese sentimiento. Ella permanecería a su lado incluso si no podía ir más allá de lo que su corazón quería. Porque su principal meta era cuidar de ella siempre.

Cuando Rosé le avisó que estaba saliendo con un chico, del cual nunca tuvo ni la remota idea, algo en ella se rompió, no supo qué, sin embargo el golpe fue sellado parcialmente por ver la felicidad que emanaba de la chica, contagiándose rápidamente, deseándole lo mejor.

Cuando Rosé y su novio estaban a un día de la celebración de su aniversario, Lisa ayudó a su amiga a vestirse y prepararse. Ese fue el primer día en el que Lisa se vio sola en el sofá de la sala, revisando su celular cada instante, pues Rosé no contestaba ningún de sus mensajes. En parte, sabía que no debía quejarse, pero así se habían acostumbrado. Rosé siempre le respondía cuando salía con su novio, y nunca había regresado tan tarde. 

Esa vez, Lisa durmió sola, bajo el frío de sus sábanas, y el pesar de su amor.

🌸 🌸 🌸


El tiempo continuó pasando, y Rosé se veía igual de feliz a su lado. Despertaban cada mañana junto a la otra y su primer acción era entregarse una sonrisa. Lisa creía que la primera sonrisa de Rosé al despertar era de las más bonitas. Otra era aquella tímida, cuando Lisa le decía un cumplido, o alentaba algo acerca de su amistad, que ella bajaba la mirada y sonreía, sus mejillas manchadas de rojo, y su corazón emanando felicidad.

Ese día tenían el día libre debido a una huelga de los estudiantes de su universidad, a la cual ellas no asistieron. Hicieron una fiesta, en donde bailaron, cantaron y jugaron a más no poder. Rosé acabó ebria, pero aún consciente. Lisa se mantenía en estado medio sobrio, pues el alcohol no surgía mucho efecto en ella.

Ambas se encontraban sentadas en el piso con sus espaldas recostadas a los pies del sofá. Rosé tarareaba la canción que sonaba a bajo volumen en el equipo de sonido, manteniendo sus ojos cerrados y su cabeza recostada en el hombro de Lisa. Sus meñiques estaban entrelazados, y Lisa trataba de escabullirse en otro pensamiento que no fuese en lo rápido que estaba latiendo el órgano de su pecho.

One more day. (ChaeLisa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora