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Cuando por fin llegue a mi destino me encontraba en una recepción de aeropuerto pérdida en un mar de gente.
En ese momento no sabía que hacer sentia tanto miedo, me sentía tan perdida tan sola.
Salí de aquel lugar y aborde un taxi.  Al principio salude al chófer en mi idioma. Pero me corregí al recordar las diferencias entre mi país y en el que estaba.
El recorrido me pareció una eternidad.
Cuando llegue al departamento,que había conseguido con mis ahorros, el sol ya se había puesto y por un instante  me sentí bien. Era lo único que conocía en ese lugar aunque hasta entonces sólo lo había visto en fotos.
Allí me recibió un agente de bienes raíces para darme un recorrido por las reducidas tres habitacines que conformaban el departamento mientras me mencionaba la interminable lista de beneficios que me podía ofrecer tenerlo. Aunque ciertamente yo no lograba visualizar ninguno en la lista.
Al final del día me entregó las llaves y se fue.
Cuando se fue yo di un recorrido. Al parecer el lugar estaba como me lo había dicho por teléfono la mujer de voz fingida, estaba amueblado, contaba con el espacio que se me había dicho, aunque yo me lo había imaginado mucho más grande.
La primera noche en ese lugar fue horrible. No pude dormir me quedé toda la noche despierta llorando como un niño cuando pierde a su mamá en supermercado. Al igual que él yo me encontraba perdida, pero me encontraba perdida porqué yo había decidido estarlo.
Al amanecer lo primero en lo que pensé fue en comida. Como era de esperarse la cocina estaba vacía por lo que ese día tuve que salir a comprar víveres todo fue tan extraño, y al llegar a casa estaba agotada. Tal vez porqué desde el día anterior no había comido nada. Aún recuerdo que ni ese día, ni esa semana comí absolutamente nada, y no por qué se me diera la gana, simplemente perdí el apetito y pensar en comida me causaba náuseas.
No había hecho nada de lo que me imaginaba que haría, nada de lo que los protagonistas de las películas hacen, ya tenía una semana en ese lugar y aún no explotaba, aún no conocía los grandes atractivos de la ciudad, aún no conocía al amor de mi vida y por supuesto que  ni siquiera estaba feliz de estar allí.
Pero en la segunda semana por fin pude poner atención al propósito por el que estaba allí. El lunes de la segunda semana me levanté temprano y me arregle para ir al lugar al que haría mi voluntariado durante un año.
Al llegar no supe que hacer así que pregunté al primer hombre que se cruzó en mi camino. Él me llevó con el encargado de la institución.
Ese día no hice nada sólo me explicaron los horarios, lo que tenía que hacer, y como era que iba a obtener la recuperación de alimentos y tranporte. Me explicaron que seria un poco complicado pues era menor de edad, al menos en ese país. Por qué en mi país en aquel entonces ya tenía la mayoría de edad.
Pero en ese país en el que estaba todo era más complicado o al menos así lo veía yo en ese momento.
Pasaron cuatro meses y mi vida se había encerrado en torno a la misma rutina de siempre. De lunes a viernes iba al trabajo regresaba por el mismo camino todos los días tomaba un café en la misma cafetería, y al llegar a casa escribía acerca de mis días y después leía mil veces el único libro que tenía. Cumbres borrascosas se había vuelto una parte importante de mi vida, me reconfortana y tranquilizaba. Cuando apenas tenía un mes de residencia lo compré de camino a casa, el primer día que decidí ir caminando en lugar de tomar un taxi o un camión, mientras iba caminando llamó mi atención una librería entré y me encontré con muchos amigos que formaban parte de mi colección en casa de mis papás, incluido cumbres borrascosas. También había muchos otros que estaban en mi lista de lectura pero yo sentí la necesidad de llevarme a casa a mi viejo amigo. Con mi sueldo "basico" era más que suficiente, en mi país éso no era un sueldo básico, incluso podría asegurar en que en ese momento más de la mitad de los trabajadores de mi país ganaban menos que yo,  y eso para el Gobierno de mi país  era un sueldo digno.
Los sabados y domingos  iba a la iglesia y después le escribía a mi familia.
Nunca me había gustado la rutina era aburrida y yo era una joven imparable.
Así que decidí no dejarla,si no agregarle un pasatiempo.

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