El chico que siempre sonreía [Yoonseok]

Amigos

            

Yoongi era una persona de pocos amigos, no porque fuera tímido ni porque la gente se alejara de él. Más bien el problema se debía a que él se alejaba de las personas y todo lo que incluyera tener relaciones interpersonales con otro humano.

Las únicas persona cercanas eran su madre y un amigo de la infancia que ahora vivía en Busan. Nadie más atravesaba ese círculo tan privado que el mismo había formado e incluso los que lo intentaban, terminaban aburriéndose para dejarlo solo.

A él no le importaba, simplemente le gustaba su soledad y lo que conllevaba tenerla. No sentía la necesidad de hablar con alguien en la escuela que no fuera de tareas, materias o profesores: nada personal.

Así que Hoseok le causaba mucha curiosidad.

Ese chico tenía amigos por doquier, desde los más pequeños de primer semestre hasta los próximos a graduarse de sexto semestre.

Parecía ser que a pesar de los desplantes y sus frases tan cortantes, Hoseok seguía detrás de él como un perrito sonriéndole. Pensaba que eran amigos e incluso le contaba cuando conocía a alguien nuevo o se encontraba con alguien.

Para el mayor las cosas eran muy claras, él no era su amigo ni tampoco le interesaban sus historias que tenían los demás. Aunque si le daban ganas de indagar que le movía a ese chico para ser tan amigable con todos incluso si eran malos con él.

Varias veces le dejó en claro que no tenía ganas de hablar así que Hoseok solo se quedaba callado a su lado mientras jugaba con sus dedos.

Y como costumbre, se sentaba junto a él en las clases porque el chico siempre hacía el favor de apartarle su lugar pero aún así Yoongi pensaba que ellos no tenían una relación especial.

–Hoy conocí a un chico llamado Kihyun y me pareció buena onda –Yoongi lo miró de reojo sin quitar la pajilla de su boca –La próxima vez te lo presentaré, de seguro te cae bien –Se sentó a su lado.

–No es necesario, gracias –Miró su jugo sintiendo como el peso en su muñeca disminuía.

–Te encantaría conocerlo –Hace un puchero –Le gusta la misma música que a nosotros dos y...

–He dicho que no me interesa –Aplastó el envase vacío.

No le interesaban las nuevas amistades que él tenía con otras personas, es más, ni siquiera le importaba lo que sucediera con él.

–Lo siento, creí que...

Yoongi comenzaba a perder la paciencia con ese chico.

–No importa, déjalo así –Se levantó a tirar su basura.

Hoseok enredó sus piernas y recargó su barbilla en las rodillas.

–Entiendo –Miró hacia los chicos que jugaban frente a ellos con una patineta y suspiró.

Una pequeña molestia inundó el pecho de Yoongi al ver su rostro decaído.

Era raro ver que el chico dejara de sonreír por un comentario así, no era la primera vez que pasaba ni tampoco había sido tan duro como otras veces. Aunque la mirada de Hoseok le decía lo contrario porque no parecía estar presente sino en alguna otra parte desconocida, cosa que lo hizo mirarlo con curiosidad por un rato.

Repentinamente el menor salió de su mundo para devolverle una sonrisa.

–¿Pasa algo Yoongi-hyung? –Ladeó su rostro.

–No es nada –Se sentó junto a él.

Sin embargo la mirada que Hoseok había puesto hacia unos segundos lo dejó contrariado y la curiosidad que en un principio tenía del chico simplemente aumentó.

¿Por qué siempre estaba feliz? ¿por qué siempre le contaba de sus amigos? ¿por qué nunca le contaba nada de él? ¿quiénes eran sus padres? ¿qué hacía en su tiempo libre? ¿por qué tenía esa mirada y qué estaba pensando exactamente?

Preguntas que perduraron hasta que estaba en su habitación poniéndolo estresado, ¿por qué pensaba tanto en el chico de la sonrisa?

Por supuesto que ya lo había notado, Hoseok se la pasaba de lugar en lugar repartiendo favores, escuchando problemas de los demás, dando consejos y muchas sonrisas. Era como una especie de salvador pero nunca había considerado el hecho de que el mismo necesitara uno.

¿Podría Yoongi ser el suyo?

–Que estupideces estoy pensando hoy en día –Rió mientras rodaba en su cama –Un chico como él no le interesa en lo más mínimo.

Se levantó para mirar la ventana y el paisaje lluvioso por fuera de su hogar, las gotas se acumulaban en la ventana y el cielo estaba nublado.

Como odiaba ese clima.

–Y como odio no saber nada de él.

Si se supone que eran amigos, como tanto lo decía el castaño, entonces había algo que no cuadraba en ese escenario. Los amigos se comparten secretos, experiencias, sentimientos, piden consejos y dan consejos.

Los amigos están en los buenos y en los malos momentos, comparten sonrisas y lágrimas, saben cosas de ti y tu sabes cosas de ellos.

¿Por qué con Hoseok no eran las cosas así? ¿Por qué con él las cosas siempre eran diferentes?

Parecía que únicamente sabía las cosas buenas que le pasaban con los demás pero una persona también tiene momentos malos y de eso si no tenía ni idea. Si pensaba en Hoseok, lo único que venía a su mente era una sonrisa pero nunca lo había visto triste, enojado o frustrado.

Toda la vida de Hoseok parecía perfecta y quizás era lo que tanto le molestaba desde que lo conoció, a pesar de que él mismo supiera que no existía persona perfecta ni vida perfecta.

Él mismo lo sabía, después de ver como su propia madre intentó subsistir con lo poco que tenían, como dejó de estar a su lado con tal de darle un mejor futuro, como nunca dormía con tal de tener un lunch para llevarse en la escuela y como siempre arreglaba las cajas de mudanza mientras él dormía con tal de no interrumpirlo en sus estudios.

Por eso él no necesitaba amigos, porque al final todos ellos te abandonan y dolía, como su padre. Como los amigos que había dejado en Daegu, y como lo hacían todos los demás cada que él se cambiaba de escuela.

Él lo sabía perfectamente.

Los amigos eran fáciles de hacer pero mantenerlos, eso si era lo difícil.

Mucho más cuando ellos realmente te importaban pero tú a ellos no.

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El trabajo de su mamá es muy irregular y eso hace que se muden constantemente de casa, en parte es una de las razones por las que él es tan reacio para tener amigos.