Capítulo Uno

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Eran las 4:30 pm del sábado 12 de mayo. Se suponía que Esteban pasaría por los niños a las 3:00. ¿Por qué demonios no había llegado aún?

-Mamá por favor no te vayas, que tal si llega él y yo aquí sola – dijo María dirigiéndose a Carmela.

-Lo siento chula, pero ya sabes que quedé con esta, ah cómo se llama – decía tronando los dedos intentando recordar - esta Camilita para ver lo de los arreglos de su departamento nuevo.

-Mamá por favor, eso lo puedes ver cualquier otro día ¡Te lo imploro! - sonó el claxon de un coche y María se alegró - ¡Por fin! Ese debe ser Esteban. – Carmela se asomó a la ventana de la lujosa residencia.

- No mi cielo, hoy no es tu día de suerte, ya llegó Camilita por mí – tomó su bolso y avanzó rumbo a la puerta - Es que Mary chula tú tienes la culpa, si no le hubieras dicho a Nancy que se fuera, ella hubiera podido entregar a los niños, pero no te preocupes quizá Esteban no venga. Bueno ya me voy – se acercó y le besó la mejilla - te veo en la noche...

Y ahora qué haría... justo ese día era cumpleaños de Alba, y resultaba muy triste que los niños no asistieran a la tradicional comida que cada año celebraban. Pero todo era culpa de Esteban. No 10 ni 15 minutos, ¡Una hora y media! ¡Era el colmo! Y cuando supuso que no habría nada peor, sonó su celular...

-¿Bueno? – reconoció el número de inmediato.

-Hola Mary ¿cómo estás?

-¡Feliz cumpleaños Alba! De corazón deseo que Dios te brinde muchas bendiciones y te permita estar con nosotros mucho tiempo más... ¿Recibiste mis flores?

-Como cada año, preciosa – hizo una pausa bastante incomoda pero prosiguió- La verdad te hablo porque surgió un contratiempo con Esteban. Tuvo que salir de emergencia y me dijo que te llamara, la verdad no cree poder llegar por los niños, entonces sugiere que los mandes con Arnoldo, creo que ni siquiera Esteban vendrá esta tarde a comer con nosotros – su tonó era triste.

-Alba cuanto lo siento. – De verdad lamentaba que Esteban no festejara con la familia el cumpleaños de su madre – Mira, si él no va a estar, yo puedo llevarlos, hace muchos meses que no te veo, así aprovecho y te doy tu abrazo... ¿O hay algún problema?

-Por supuesto que no cariño ¡Aquí los espero!

-En unos minutos estamos ahí – cerró la llamada y guardó el celular en su bolso – Ya bajen niños, nos vamos a casa de la abuela – gritó para que Héctor y Estrella, que estaban en el segundo piso, la escucharan.

-¿No vendrá papá por nosotros? – dijo Héctor mientras bajaba las escaleras.

-No cielo, tuvo un pequeño problema pero los llevare yo. ¿Y tú hermana?

-No sé, creo que en su cuarto, iré por ella... - iba subiendo las escaleras cuando Estrella salió de su habitación. La pobre se había quedado dormida.

Subieron los tres al coche y se dirigieron a la mansión Sanromán.

Después de unos minutos llegaron y bajando del coche le entró a María una llamada al móvil.

-Hijos vayan adentro yo ahora los alcanzo – decía ella a la vez que buscaba el celular en su inmensa bolsa.

-Claro mamá – tomó del brazo a Estrella - ¡Ven enana!

-¡Que no soy ninguna enana! ¡Tú eres el enano! – dijo ella sacándole la lengua y tratando se soltarse de su agarre.

-¡Niños cálmense ya! Entren por favor a la casa – los observó entrar y se dio la vuelta para contestar la llamada.

Una Vida AtrásDonde viven las historias. Descúbrelo ahora