Capítulo Seis

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Enrique parecía verdaderamente impresionado. Abrió ampliamente los ojos, pero al observar a María supo que lo que acababa de decir era real. Ella no soportó su escrutinio y giró en su silla para darle la espalda.

- ¿Lo dices en serio, cierto? - su voz no mostraba emoción alguna.

- Si, lo digo en serio - sin que él se diera cuenta, limpió discretamente una lágrima que caía por su mejilla - pero no me has respondido - por fin se dio la vuelta - ¿Te casarás conmigo? - Enrique sonrió satisfecho y estiró sus manos para tomar las de ella.

- No me parece correcto contestar a esa pregunta - se puso de pie y camino hasta llegar a ella, la hizo pararse y la abrazó efusivo - yo seré quien te propongo matrimonio, organizaré una cena para hacerlo.

- Has lo que mejor te parezca... - su ánimo decayó aún más pero descartó cualquier sentimiento de arrepentimiento que le cruzaba por la cabeza - por ahora déjame trabajar, tengo mucho pendientes - se recriminó por su tono de voz, pero lo equilibró con una fingida sonrisa.

- De acuerdo amor - ella contuvo el aire al escuchar esa palabra saliendo de unos labios que no eran los de Esteban - pero hoy en la cena debemos decidir algunas cosas, la fecha, los invitados, los arreglos...

- Invitados serán pocos porque quiero que todo sea sencillo Enrique, y la fecha creo que estará bien después de entregar el proyecto de Marco. De lo demás yo me haré cargo no te preocupes.

- Muy bien mi amor - ella quiso sentir molestia, pero un segundo después tenia los labios de Enrique sobre los suyos - Te haré muy feliz casi señora de Mendoza - dijo él en el marco de la puerta, posteriormente salió.

Se preguntó qué demonios había hecho, pero hasta unos minutos después supo que era un tremendo error arrastrar a sus problemas a Enrique, no se lo merecía... de lo único que en realidad estaba segura era de aquel dolor que le molestaba en el pecho, una extraña sensación de soledad y vacío.

· Empresa S&F - Área administrativa

- Estoy seguro de lo que vi - sus manos estaban sobre el respaldo de una silla, los nudillos se le notaban por la presión que ejercía del coraje - Él la tenía tomada de la mano y la veía, la veía... - suspiró con fuerza, le costaba decir en voz alta lo que en su mente rondaba - La veía con deseo, amor... No lo sé Leonel, el encabezado era además muy claro.

- ¿Y desde cuando crees en los periódicos Esteban? - lo miró incrédulo - ¿Qué te contestó Mary cuando le reclamaste?

- Pues... - Trató de recordar - creo que se sorprendió mucho y después - rememoró las facciones del rostro de ella - después vi que me miraba con dolor... como si se sintiera ofendida

- ¿Y qué crees que hiciste, pedazo de imbécil? ¡La ofendiste! Así como eres, estoy seguro de que ni siquiera la dejaste hablar - dijo Leonel a modo de regaño y Esteban dio un paso atrás pensativo. Después algo cuadró en su cabeza.

- Creo que tienes razón - dijo susurrando, bastante apenado y contrariado - me comporté como un idiota otra vez - se llevó las manos al rostro y caminó hasta quedar frente al gran ventanal de su oficina - Justo cuando tenía oportunidad de conquistarla de nuevo... - miró a Leonel y el asintió con un movimiento de cabeza, los dos sabían lo que Esteban tenía que hacer - tengo que ir a hablar con ella.

- Debes prepararte, ella de seguro está indignada y no solo contigo, también con el periódico y quizá con Mendoza... ellos nunca han tenido una relación, Enrique por supuesto que quisiera, pero ella ni lo mira. ¿Y si todo esto fue planeado por él?

Una Vida AtrásDonde viven las historias. Descúbrelo ahora