Reto #1. Nosotros.

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Están detrás de nosotros, intentan eliminarnos.

Nos persiguen hace más de un siglo, solo por ser diferentes. No representamos su evolución, no encajamos en sus cánones de normalidad, no somos dignos de su orgullo.

Nos detestan, y lo seguirán haciendo hasta que ya no quede ninguno de nosotros.

Si es que lo logran.

Nuestros antepasados fueron sus conejillos de indias. Alteraron el agua del lago del cual se abastecía un pequeño pueblo para cambiar su ADN y obligarlos a desarrollarse. Fue un proceso lento, tardó años en completarse, solo para que descubrieran que lo habían hecho todo mal. Pero eso no importó, de todas formas así se llevan a cabo los experimentos. Ensayo y error.

Se encargaron de cazarlos, pero no cumplieron sus objetivos; ellos escaparon y formaron la tribu de los rechazados. Se reprodujeron y siguieron evolucionando con el pasar del tiempo, con el cambio climático, con el nomadismo.

De ahí venimos nosotros.

Casi nos alcanzan, están pisándonos los talones.

Todo esto empezó porque los científicos querían jugar a ser Dios, pretendían mejorar la raza humana a la fuerza y se excusaron con el declive que el mundo estaba teniendo. Cuando por fin tuvieron éxito, se encargaron de destruir la creencia de un ser superior porque nada ni nadie sería más extraordinario que ellos. La certidumbre de Dios se convirtió en pequeñas partículas de polvo que eliminar.

Para ellos, no para nosotros.

Nosotros guardamos esas partículas en minúsculas cajas de regalo a las cuales aferrarnos para tener la fuerza suficiente para sobrevivir.

Podemos escuchar sus armas de desorientación, ya casi nos alcanzan.

Es el año 4020, y los humanos son más fuertes, más resistentes, menos enfermizos. Todos son hermosos, tienen una belleza simétrica, piel suave y ojos perfectos. Llevan largas cabelleras que cuidan como si esa fuera su fuerza vital.

Nosotros no somos iguales.

No quieren dejarnos vivir porque nuestra fuerza es mayor, pero está maldita. Según ellos.

Oímos sus respiraciones, pero para asesinarnos deben acercarse lo suficiente para cortarnos la cabeza.

Donde los aceptados tienen belleza, nosotros tenemos deformidades.

Su piel suave en nosotros es dura, rasposa, gruesa; como si nos hubiéramos fusionado con la tierra.

No tenemos su redondo iris perfecto, los nuestros son alargados y oscuros, pero excelentes para ver en las penumbras.

Nuestro cabello es corto como señal de rebeldía, como insignia de fortaleza.

Ellos son los humanos. Nosotros somos más que eso.

Podemos destruirlos con solo un toque.

Y lo hacemos.

RR LyraeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora