Escondidos entre cajas amontonadas y basura maloliente que inundaban el callejón, logramos contar seis de ellos. Siempre vagaban en grupos, deteniéndose cada tanto como si quisieran asegurarse de que nadie los seguía, o queriendo que alguien los siguiera, no lo sabía con exactitud. Para nuestra mala suerte, se quedaron justo en la boca del callejón como si supieran que Jota y yo estábamos ahí, aunque fuera casi imposible saberlo.
—Deberíamos cazarlos —susurré, provocando que Jota se removiera en su lugar y me mirara con dureza—. Ni siquiera están armados, podemos acabar con todos.
—No seas idiota y cállate o nos van a encontrar.
Suspiré de exasperación, no entendía por qué era tan terco; era nuestro deber acabar con todos los que pudiéramos, pero él siempre se echaba para atrás cuando eran superiores a nosotros en número.
Podía verlos ahí, por encima de nuestro sufrimiento, andando como si fueran los reyes del mundo, como si todo les perteneciera luego de que el virus se desatara, incluso sintiéndose dueños de nuestro derecho a vivir.
Se me ocurrió convencerlo de hacer una competencia para ver quién podía matar la mayor cantidad, aprovechando el temor que nos tenían, pero supe al instante que era una mala idea; Jota había decidido pasar desapercibido desde que salimos del escondite, yo era el único que quería ver sangre.
—Bueno, yo sí que voy a cazar —Intenté levantarme, pero una pesada mano ensangrentada sobre mi hombro hizo que volviera a mi lugar.
—Guardame un cerebro —pidió Jota, sonriendo.
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RR Lyrae
Science FictionLas RR Lyrae, estrellas muy luminosas y de poco tiempo de vida, están aquí para narrarte historias de aliens, humanos y robots, tan cortas y brillantes como ellas mismas. Apartado creado para los retos semanales del perfil de Ciencia Ficción en espa...