Reto #9. Culpa y alivio.

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Las hojas verdes de los árboles se mecen por la suave brisa, creando un juego de sombras y luces sobre las edificaciones. El pasto perlado desprende aroma a humedad y se pega a las suelas de tus zapatos al caminar. Los ruiseñores entonan una melodía armoniosa, pero no puedes detenerte a admirarla como se debe, pues tienes trabajo que hacer.

La carga sobre tus hombros parece triplicar el peso que debería tener, por la lucha entre la culpa y el alivio que se da dentro de ella. Unas cuantas personas hacen lo mismo que tú, llevan bolsas de desecho hacia el lugar de disposición actual, cerca de un río de corrientes rápidas y aguas cristalinas. Forman pirámides de base tres con las bolsas, que pronto cumplirán su deber con el planeta y se convertirán en abono orgánico para los cultivos.

—¿Ya terminamos por hoy? —pregunta Mavique, el gorila de voz profunda que puede cargar dos bolsas a la vez sin esfuerzo alguno.

—Sí, eso es todo —respondes.

Te despides de tus compañeros y regresas sobre tus pasos para ir a tu puesto de trabajo en el laboratorio, que está a media hora del lugar. Hoy tienes que seguir desarrollando una cura para el virus animal que tú mismo has creado y hacer análisis de los cultivos lácteos. Sonríes al caminar, recordando todo lo que la humanidad inventó para poder subsistir luego de haber dañado profundamente el planeta.

Qué ignorantes habían sido, si la solución era tan simple y obvia, piensas.

Sacrificar la ganadería bovina para erradicar el metano que producían esos animales, biotecnología y transgenia, controlar los nacimientos, eliminar la utilización de combustibles fósiles, elaborar alimentos en los laboratorios. Apenas leíste sobre eso en los libros de historia, te diste cuenta que lo habían hecho todo mal. Sí, esos intentos fueron precursores de lo que es ahora el mundo, pero les hizo falta algo que a ti te parece tan claro como el agua.

Eliminar la superpoblación.

Cuando en la secundaria te contaron sobre los virus que los científicos desarrollaron y liberaron por el mundo, supiste que debías ser uno de ellos.

El primer virus, liberado en el año 2020, acabó con las personas que ya estaban enfermas y sus cuerpos se enterraron en fosas comunes, pero solo se redujo la población en un 37,6%, aún no era suficiente. El segundo virus, liberado en el 2037 y todavía activo, se encargó de atacar con un paro cardiaco a los adolescentes y adultos con bajas tasas de sinapsis neuronal, y solo el 40% de población inicial sobrevivió. Decían que era una versión de la peste bubónica con propósito y sin sufrimiento.

Cuando las personas empezaron a morir, el mundo empezó a revivir.

De solo recordarlo, te emociona ir a trabajar, eliminando toda la culpabilidad que a veces te ataca.

De vez en cuando sigue muriendo gente de diversas enfermedades menores mal cuidadas, y es deber de los demás cargar sus cuerpos hasta las zonas de disposición, donde se convertirán en parte de la tierra.

Un destino honorable para aquellos que sirvieron a su planeta.

No imaginas cómo habrá sido el mundo antes. Antes de los virus, antes de la contaminación, antes de las guerras por alimento. Incluso antes de eso, cuando la humanidad desperdiciaba lo que la madre tierra les regalaba y se preocupaba más por el dinero que por la vida.

Pero eso ya no importa, porque la tierra te sonríe, y la vida también lo hace.

Ahora solo queda guardar respeto por la naturaleza y seguir cuidando de ella para darle un futuro a tu hijo, tu principal motivación.

RR LyraeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora