Capítulo 5

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Los cien jóvenes seleccionados tomaron posición frente a los Dracones, y los otros formaron filas para retirarse a sus distritos, Cliff no podía evitar tener una sonrisa, aun no podía creerlo.

Mientras se formaba pudo ver a Anny con Tori en brazos, sonreía y lo saludaba con la mano, pero Cliff no podía devolverle el saludo mientras tomaba posición, pero creía que su sonrisa era más que suficiente para ella. La pluma de fénix en su mano había perdido un poco el brillo rojo intenso que tenía cuando cayó en su mano, pero aun podía sentir su calor.

El día estaba hermoso y soleado, el volcán humeaba como siempre, los participantes ya estaban siendo enviados uno a uno a la gran entrada del volcán, era una cueva donde podían entrar unos diez jóvenes hombro a hombro, y tan alto, que contaban que era la guarida de un Gigante. El lugar estaba adornado para la ocasión con los distintos símbolos que representaban a los Danhairos, la lagartija, el dragon, y la "S" punteada, entre otros. Había dos Ignios cubiertos con túnicas de pies a cabeza protegiendo la entrada, que se situaba al pie del volcán.

–Estoy nervioso– dijo un joven a su lado.-Nunca había venido para acá, no conocía esta entrada, creo que es la única.

Cliff guardó silencio, sabía que era la única entrada al volcán, y que la única salida era la parte superior, en Fragua el perímetro del volcán es tierra sagrada, por lo tanto hay una gran distancia entre los distritos residenciales de la tribu Danhairos y el volcán Balhaur, si que caminaron un gran trecho hasta llegar allí.

Los Dracones estaban sobre la entrada, en la parte alta de la cueva, se llegaba allá a través de unas escaleras de Kharbon que llevaban hasta la plataforma. Rack tocaba los enormes tambores de piel de jabalí y Orth hacia baile chamánicos cantando en Dracaro, el idioma de los dragones.

TOM...¡TOM! TOM....¡TOM!...TOM...

–Gro ¡Ki! ki ki ¡SHAA!, Gro ¡Ki! ki ki... – Mientras cantaba, de entre sus dedos salían unos polvos de color rojo carmesí, algunos jóvenes decían que eran polvos protectores, que permitían que pudiesen respirar azufre, y soportar el sofocante calor del volcán donde no abunda el aire.

Zeth, por otro lado decía cosas como:

– Ustedes son los elegidos para proteger Gaia, que el fuego ilumine sus caminos, y que sus cuerpos y mentes sean uno... –

Una vez dentro de la cueva, se empezaron a escuchar ruidos a lo lejos, y Cliff lo único que sentía en ese momento, era ganas de correr, y encontrar la piedra Danhairos. Mientras lo hacía, chocó con varios participantes y se tropezó con un par de piedras, hasta llegar a un punto iluminado en la cueva. Un lugar donde el camino se bifurcaba de manera que el grupo se separaba por distintos lados.

"Son solo cinco piedras" pensó Cliff.

Habían muchos otros jóvenes guerreros sin saber qué camino tomar, Cliff se decidió por uno que se podía tomar escalando un par de enormes rocas, pero cuando dio unos pasos para ir por allá salió una explosión de ella, y la cueva se cerró entre estallidos y pesadas piedras volcánicas. La antorcha del lugar se apagó dejando a todos a oscuras.

"Lo que faltaba".

Sin pensarlo dos veces entro a otra cueva y corrió, la cueva se iba haciendo cada vez más angosta a medida que avanzaba, hasta que tuvo que empezar a caminar para no golpearse la cabeza. Cada vez que pasaba la mano por las piedras sentía una vibración muy fuerte, como si el volcán estuviera vivo.

Se escuchó una explosión, luego otra, y otra más. En el suelo había azufre, un líquido café con olor a huevo podrido. Pero Cliff no sentía el olor, asumió que los polvos mágicos de los chamanes funcionaban.

Crónicas de Gaia: Libro PrimeroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora