Capítulo 2

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-Cilindro, obturador lateral, corona dentada del cilindro, martillo percutor, corredera, muelle recuperador, basculantes, oscilantes, arco guardamonte, empuñadura grabada, mecanismo de extracción...--- El joven toma un trago de licor lechoso, aclara la garganta por el fuerte alcohol del licor y continúa --Seguro de corredera, ventana rectangular...--

Y un hombre viejo, calvo, vestido elegantemente con corbatín y camisa blanca al otro lado de la barra, lo interrumpe:

– ¿Hasta cuándo seguirás haciendo eso Nikolai? –

–Hasta cuando me dé la gana, viejo– le dijo sin mirarlo a la cara, el joven estaba armando su revólver luego de haberlo desarmado por completo, todas sus piezas, pulidas y brillantes, estaban sobre la barra del bar, y al otro lado de la misma, el hombre mayor dice:

– ¡Já! – Chistó – Debí haberte enseñado modales, chico, pero no es lo mío, mi mujer pudo haberte enseñado muchas cosas, lástima que ahora su ánima descansa junto a Novus, como la extraño...– Divagó el cantinero, que dejó un pequeño pergamino junto al joven, y luego se puso a frotar un hermoso vaso de cristal con un paño blanco.

–Los modales no me sirven en este pueblucho, Moéh, pero me hubiese gustado conocer a tu amable mujer, si eso te sirve de algo...–

Nikolai abrió el pergamino y lo miró un instante.

Y desde las mesas, un hombre robusto, de pelo sucio y negro, chaquetón de cuero de jaske con un rostro tosco, sucio, y un bigote que se extendía ligeramente hacia abajo, se sentó a la derecha del joven Nikolai y con una voz brusca y desagradable le habló a Moéh, el cantinero del bar:

– ¡Dame una Cerveza yusca viejo, no me hagas esperar! – y colocó sobre la barra unos brazos fuertes de amplias cicatrices, y tatuajes borrosos en su piel.

Moéh solo se dignó a  tomar el vaso de cristal hermoso, dejar el paño a un lado y colocarlo bajo una llave fijada  a un barril de madera oscura. El líquido comenzó a salir de la llave con un tono amarillo naranja que evocaba un aspecto cromático, y una vez lleno, lo puso frente al hombre tosco, que lo miraba mientras llenaba el vaso, miró a su derecha y vio a Nikolai armando el revólver, notó unas orejas felinas que salían de su larga melena y sus enormes ojos mau color miel, mientras susurraba las partes de su revólver. La cerveza que le sirvió Moéh sudaba humedad en el vaso hermoso que fue dejado frente a él:

– ¡Eh Chico!, ¡¿Qué es eso?! – El hombre era incapaz de hablar en voz baja. Y movió su barbilla indicando las partes del revólver que quedaban sobre la barra.

Y Nikolai respondió de inmediato:

–Tienes un revolver Hok de 38 milímetros de cañón corto enfundado en tu canana pistolera, y en la otra funda llevas un Lobo dorado de cañón largo de falsa procedencia que note por su alto nivel de oxidación y empuñadura de cuero negro, ¿y no eres capaz de saber qué es lo que estoy armando ahora? – Dijo Nikolai de forma directa y concisa.

El hombre, miró al joven de reojo, tomó el vaso hermoso con sus sucias manos, y bebió la cerveza en un amplio trago, y la espuma blanca del líquido dorado y frío manchaba el sucio bigote que tenía en su tosca cara. Y mientras ya acababa el vaso seguía mirando a Nikolai fijamente, con odio.

Dando un golpe fuerte, dejó el vaso vacío sobre la barra, abrió su fea boca y dijo:

– ¡Que te crees maldito chiqui...! –

¡SHONK!

Se escuchó el cuchillo clavarse en la mano del hombre, todas las personas del bar, detuvieron sus susurrantes conversaciones y dirigieron sus miradas a la barra del bar. Moéh sostenía fuertemente el cuchillo en la mano del hombre y éste, con los ojos abiertos desmesuradamente soltó el vaso para  sacar su revolver oxidado con un grito sordo, y Nikolai brevemente dice:

Crónicas de Gaia: Libro PrimeroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora