Capítulo 13: La visita del rector

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                         Después del almuerzo de aquella tarde de invierno, nadie se había dignado a salir de sus habitaciones hasta el día siguiente; cada integrante de la familia se había confinado al exilio en sus respectivos aposentos. Nadie tenía ánimos de salir de su fortaleza por la incomodidad tan pesada que seguía intacta en la casa, en la cual sólo se escuchaba como la violenta ventisca azotaba con fervor los vidrios de cada ventana acompañado del solitario murmullo del silencio. Alissa, quién también se había confinado a la soledad de su habitación desde que el felino se fué, había permanecido hasta tardías horas de la noche escuchando música mientras veía el techo insaciablemente con la vana idea de que aquello la sacaría de sus pesares. Trató de leer, trató de estudiar un poco, trató incluso de jugar algún video juego, pero no pudo nunca; su mente estaba flotando en algún lugar de Beatnis, mas allá de los límites de Phileos, mas allá de su ser.

                             La semana transcurrió con relativa normalidad, Alissa se mantenía ocupada estudiando arduamente para la visita del rector para así alejar de sus pensamientos la ausencia tan pesada que le causaba el felino y, por su puesto, obviar la mirada escrutadora que tenía su progenitor para con ella cuando esta caminada por sus alrededores; para ella, el lindo momento que había tenido días antes con él se habían esfumado junto a sus deseos de mejorar lo que se dañó sin darse cuenta hace mucho tiempo. Para alejar los pesares que estaban al acecho, la tarde del viernes había estado practicando arduamente lo que diría en dado caso su suerte le fallara y le tocase exponer ante el importante visitante. Con su madre practicó varias veces lo que diría y al culminar cada lección de modales y demás cosas, de vez en cuando se distraían un poco hablando de cosas banales que no tenían relación alguna con su próxima prueba, mucho menos que tuviese que ver con el innombrable acontecimiento que sucedió aquella tarde. Trataban de evitar el tema como si se tratase de de un tabú, no solo por lo que se había significado con respecto a Alissa, sino por la batalla que libró Esther con Garret por defender al muchacho y los sentimientos de su hija mayor. 

                               - No me parece justo madre - le comentó entre risas de agotamiento por tanto estudio mientras estaba acostada en la Chaise Lounge del cuarto de su madre entretanto ésta última estaba sentada en su cama bordando un poco - ese hombre podrá tener un carácter barnizado con las cerezas mas dulces de todo Phileos, pero ¿no te parece un poco pretencioso que venga a estas alturas de inicio de año? - Esther rió mas alto cuando escuchó la forma en que se refirió al respetado rector - Aún no entiendo por qué hemos de atenderlo como si fuera nuestro creador o algo así.

                                - ¡Ay Aly! - suspiró su madre luego de calmarse a la vez que limpiaba las lágrimas de la comisura de sus ojos - Sabes muy bien que el rector es de Ignis y por lo tanto esa responsabilidad se le fue impuesta por el gobernador de allá.

                               -  ¡Pues entonces los dos son unos fastidiosos! - movió sus manos de aquí para allá en signo de exasperación - Los dos deben tener un convenio, de seguro que algo se tienen entre manos.

                                Esther sintió una leve punzada en su columna vertebral que le advirtió sobre el peligroso comentario que dijo su hija, así que se limitó a cambiar de tema rápidamente sin que ella se diera cuenta. Muchas veces había estado tentada a contarle aquellos sucesos que estaban a la vuelta de la esquina, mas Garret le había hecho prometer que esperarían hasta el momento indicado para contarle todo a sus hijas. Esther había dejado sus utensilios de costura en la cama y se levantó a buscar una maleta que había llevado a su breve viaje a Ignis. Mientra la abría le comentaba a su hija sobre el obsequio que había mencionado su padre días antes, le dijo que mientras estaba en las calles de aquella ciudad no pudo evitar recordar este compromiso que tendría en su instituto, así que se dedicó a ir a una tienda a comprar un vestido adecuado para la ocasión que se le presentaba. Alissa se levantó de la chaise lounge y se sentó para deslizar sobre sus dedos la suave y satinada tela, ¡cuanto detalle! los ojos de Alissa se pasearon una y otra vez sobre la obra de arte que se hallaba extendida en la enorme cama de sus progenitores: Un vestido de hombros descubiertos fue expuesto como si de una pintura se tratase, poseía un degradado de colores cálidos como el rojo, naranja y amarillo en manchas difusas que se mezclaban a lo largo de todo el vestido hasta un poco mas abajo del busto, la parte superior era de un color negro profundo que intensificaba los colores anteriores dándole un toque delicado y elegante. Una capa larga cubría la mitad de su brazo con algunas leves manchas de los mismos matices que acompañaban a la falda de éste y, por su forma y ubicación, Alissa pudo deducir que sus hombros quedarían al descubierto. Poseía una cola medianamente larga que , por lo que Alissa calculó, llegaba a arrastrarse un poco al caminar, la chica se imaginó como se vería su andar con aquel vestido, no podía esperar para ponérselo; y para culminar a tan exquisita pieza, en el costado derecho, sobre su pierna, poseía un corte a la altura de la mitad del muslo que le daba un toque sutil de sensualidad.

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