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Hey Peter, campeón!
Me alegra verte feliz, veo que te siguen gustando tanto los sombreros como antes de mi partida. Recuerdo ese mismo, te lo regalé el día de tu sexto cumpleaños porque al ser en julio hacía demasiado calor como para que no llevaras nada en la cabeza, llevabas mucho tiempo pidiéndome uno.
Recuerdo cuando jugaba contigo al fútbol en el patio trasero de casa, todos los días al volver del colegio te cambiabas los tenis y te quitabas la camiseta ya que mamá te decía que si las manchabas tendrías que llevarla así a clase. Muchas veces estábamos tanto tiempo corriendo detrás del balón que, a veces, nos olvidábamos de ir a comer. En nuestro último partido me ganaste, mis respetos campeón.
También recuerdo la primera vez que probaste las sandías. Estábamos en la playa, acabábamos de salir del agua y tú te habías tirado en el suelo porque tenías hambre. Mamá sonrió y te pasó un trozo, el cual miraste como si fuera un talismán, desde ese día se convirtió en tu comida favorita.
Ahora se viene a mi mente el día que, por tu cumpleaños y las notas, te regalamos unas botas de fútbol a parte del sombrero, te quedaban perfectas en tus pies de jugador, estoy seguro que llegarás a grandes cosas si sigues con ese espíritu emprendedor y decidido que tienes. Pórtate bien en el colegio, ¿Vale? Controla tu testarudez amigo, no seas tanto como tu padre... me encanta que te parezcas a mí, pero no te metas en demasiados líos.
Volveremos a vernos, campeón. Aún me debes la revancha