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Hola, Cristal, ¿Cómo te va todo, pequeña?
Veo que al final convenciste a mamá de que te cortara el pelo, tu pelo rubio liso como una cascada de oro, tus ojos azules como dos diamantes en la noche, me recuerdas a tu madre, sobre todo cuando sonríes.
Antes de que me fuera, tenías el pelo casi por la cintura, yo creía que debías cortarlo para que no te tirara al peinarte ya que muchas veces os tenía que levantar yo para llevaros al colegio, y claro, no soy lo que se dice bueno peinando. Mientras que a tu madre le encantaba peinarte, sabe hacer todo tipo de coletas, trenzas, rizos e incluso cortar el pelo. Pero a por de insistir venciste, rubita
¿Recuerdas en Navidad qué me pediste? Me dijiste, "algo que te recuerde a mí", no me lo pensé dos veces, cuando fuimos a la tienda a por vuestros regalos fui directo al pasillo del fondo y compré un libro y una muñeca con el pelo larguísimo. Tu cara de sorpresa y emoción se quedó grabada en mi mente para siempre
Me acuerdo que también se te había metido en la cabeza la idea de ser peluquera, te gustaba hacer tantos peinados que siempre perseguías a tu hermana con el peine mientras ella te decía que no quería que la dejaras calva con tus inventos del demonio. Al final, era yo el que acababa con el pelo lleno de purpurina y un montonazo de pinzas rosas y azules. Espero que sigas mejorando y consigas tu sueño de montar tu propia tiendecita, me encantaría ir a cortarme el pelo para decir muy orgulloso "me lo ha cortado mi hija ¿A que estoy guapo?"
Sigue con tus sueños, yo confío ciegamente en ti, rubita