La fecha no importa.
Edward está de pie frente al Templo de uno de los reyes. Uno de los cuatro dioses que hace tiempo dejaron que la Tierra y sus habitantes avanzaran solos.
Caminando lentamente, Edward se pregunta cuántos estarán decepcionados de que sus dioses no existan, de que sus creencias estén basadas en historias sin validez, de que su "Salvador" no sea más que un invento de mentes con deseos de monopolio. Al menos él, si fuese un humano, está seguro de que se sentiría miserable. Los Masen eran una familia profundamente religiosa a los que la verdad los habría herido sobremanera.
Pero ahora...
Los Vulturi han caído.
Las grandes potencias se desploman.
Las religiones y sus líderes pierden la cabeza.
Es un ambiente familiar.
Lo rodea el mismo aire que se respiraba durante la Gran Destrucción.
Esta vez, al igual que antes, Edward es poderoso y tiene una meta que alcanzar.
Los portones del Templo se abren para él automáticamente.
Portones hechos de las vivas y brillantes ramas de árboles antiguos. Árboles con conciencia que lo sienten pasar y no intenta detenerlo. Edward puede sentir la calidez que irradian, la dulzura intrínseca de la savia que corre dentro de ellos, el tremor delicioso que producen en la tierra al moverse para cerrar los portones.
La humanidad nunca había visto un bosque tan grande como este en el que el Templo de la Tierra está ubicado.
Los humanos no podrían haber imaginado esta magnificencia. La vida fluyendo en cada dirección, la armonía entre humanoides, animales y plantas.
Es demasiado puro como para que los humanos comunes puedan acercarse. Sólo algunos pocos, luego de ser atentamente observados, tienen el derecho de entrar y salir a su gusto de este bosque que ha sido apodado 'Génesis'. Es un cliché romántico que, a pesar de todo, Edward encuentra adecuado.
El Génesis del dios de la Vida.
El sitio en el que los dioses vuelven a empezar.
'Templo' es una manera práctica de llamarle a este recinto, porque no existen edificaciones de concreto que puedan clasificarse como tal. 'Templo' es la única manera en la que los humanos pueden concebir la casa del dios de la Tierra. 'Templo' es lo único en lo que pueden pensar luego de haber visto a los Fieles del dios y al dios mismo.
Edward camina y descubre criaturas que no se habían aparecido frente a sus ojos en milenios.
Las Estelas, seres luminosos que desprenden fulgores de estrella a su paso, danzan en el aire emitiendo una suave canción de cuna. Edward recuerda haberlos escuchado cantar con todas sus fuerzas cuando el príncipe nació. Cuando la diosa y su rey lo presentaron al mundo con la más grande felicidad nunca vista por sus habitantes. Las Estelas, al parecer, esperan el regreso del príncipe con su melodía favorita.
Beltrots y sus crías caminan de aquí para allá sin, en la mayoría de los casos, prestarle atención alguna a Edward. Tienen cosas más importantes que atender que la presencia de un visitante; de un hermano, palabra que sus mentes murmuran por lo bajo con la naturalidad con la que respiran. Edward mira a los beltrots —ciervos emplumados de colores deslumbrantes y con cuernos formados por ramas y flores— y continúa su lenta caminada hacia el Árbol de la Vida cuando uno de ellos, una hembra de plumas blancas, lo reconoce y le ofrece un asentimiento. Edward corresponde al gesto y el beltrot alcanza a su familia con un par de trotes.

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A Single Man
Fiksi PenggemarMomentos en la vida de Edward Cullen contados a través de sus propios ojos. (Resumen alternativo: Cómo la vida de Edward Anthony Masen Cullen gira alrededor de Jacob Ephraim Black). Tercera parte de la serie 'There Is No End', continuación no-inmedi...