El demonio

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Un ruido muy fuerte me despertó y ya no estaba en la cabaña.
Me encontraba en el  bosque, era de noche, los estruendos provenían de una parte muy cerrada.
Tenía miedo de lo que allí estuviera pasando pero la curiosidad pudo más y empecé a caminar lentamente en esa dirección.
Detrás de una barrera de arboles se encontraba un pequeño claro, en el dos gigantescos lobos se estaban peleando, uno blanco con motas plateadas  y el otro  negro. Me escondí detrás de un árbol donde podía observar bien.

Poseían colmillos aterradores y unas garras increíbles

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Poseían colmillos aterradores y unas garras increíbles. Había sangre en todo el claro y en cada ataque más sangre manchaba el suelo.
Jamás había presenciado algo semejante, a pesar de las heridas ambos se veían fuertes y peligrosos.
Al  principio no notaron mi presencia pero luego de unos instantes de lucha encarnizada, el lobo negro olfateo en el aire y miro hacia donde yo me encontraba. El blanco repitió la acción y como si de una banda se tratara dejaron de pelearse para acompasar sus pasos y se dirigieron en la dirección en que me encontraba.

Tenía dos opciones: correr o dejar que me mataran

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Tenía dos opciones: correr o dejar que me mataran. Así que corrí,  como jamás en la vida lo había hecho pero ellos eran grandes y rápidos y no tardaron en rodearme. El negro me corto el paso mientras tenia al blanco a mis espaldas. Esto estaba mal, muy mal. Se me acercaban gruñendo y mostrando sus dientes, no sabía qué hacer.

 Se me acercaban gruñendo y mostrando sus dientes, no sabía qué hacer

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No tenía armas, me encontraba en pijamas y descalza. La cabaña no se encontraba lejos pero  aunque los distrajera no me dejarían llegar. Sabía que podía ser solo un sueño pero si no, estaría muerta en unos minutos.
Me había quedado claro que sabiendo el nombre del ángel solo debía hablar. Grite su nombre con todas mis fuerzas y espere, pero nada sucedió. Los lobos se seguían acercando, grite muchas veces su nombre y me sentí desfallecer al darme cuenta que el no vendría.
Si tan solo recordara el nombre del demonio, no podía pensar muy claro, solo tenía una pista:”Deo”. ¿Pero que nombre de demonio tenia esas letras?¿ Porque yo lo llamaría así?
De repente el lobo negro salto sobre mí, sentí mi vida terminar en esos pocos segundos que parecieron horas, sus colmillos sobresaliendo directo hacia mi cuello, sus garras cayendo sobre mi cuerpo, la oscuridad reflejada en los ojos de aquel animal, solo pude cubrir con mis brazos mi cabeza mientras mi mente rogaba y mi boca pronunciaban las únicas letras que sabía de su nombre.
Sentí en mis brazos los dientes filosos del animal desgarrando la carne y su peso cayendo sobre mí, grite de dolor y trate de removerme para escapar pero pesaba tanto que ni siquiera pude apartarlo.
Tan aturdida estaba que no me di cuenta que el animal estaba muerto sobre mi y que el otro peleaba cuerpo a cuerpo con mi demonio.

No le tomo mucho tiempo ni esfuerzo terminar con él.  Luego se dirigió hacia mí, sin decir una sola palabra aparto el cuerpo del lobo y poniendo sus brazos debajo de mi espalda y de mis piernas me levanto y se dirigió a su residencia.
Era la primera vez que salía lastimada, mi cabeza era un torbellino de emociones y pensamientos.  No podía articular palabra solo lo miraba mientras él iba y venía buscando ungüentos y vendas. Curo mis heridas y desapareció.  Después de unos momentos regreso con una taza humeante, supuse algún te. Lo dejo en una mesa enfrente de mí y se sentó a mi lado.
Y fue ahí cuando no pude más y empecé a llorar como una tonta. Lloraba de frustración, de miedo, lloraba de impotencia por no poder resolver el dilema en el que me encontraba, lloraba por no poder recordar todo, porque tenía dos hombres esperando una elección que no sabía si podría llevar a cabo, lloraba porque el demonio que tenia frente a mí se comportaba tan amable y dulce y me hacía dudar de mis convicciones, lloraba porque quería que esto acabase cuanto antes.
El solo me abrazo cuidando de no tocar mis heridas y me acariciaba suavemente para calmarme, de pronto empezó a cantar una canción en otro idioma y mi mente comenzó a tranquilizarse, mi cuerpo se relajo y yo deje de llorar. Solo quería estar entre sus brazos. No se lo que paso, solo sé que cerré mis ojos y me desvanecí.

Desperté en su cama. El no estaba. Trate de levantarme pero las heridas de mis brazos aun dolían así que solo me senté a esperar. No paso mucho tiempo, al cabo de un rato apareció el demonio con una bandeja con alimentos.

-Veo que despertaste. Imagino que tendrás hambre. Necesitas reponer fuerzas- dijo el

-¿Qué fue lo que paso anoche? ¿Porque me atacaron esas bestias? ¿Por qué no apareció el ángel? No entiendo que está pasando!!-concluí en un hilo de voz.

El dejo la bandeja y se sentó a mi lado en la cama.

-Tranquila belleza. Te responderé de a poco mientras desayunas-

Trate de protestar pero el puso un dedo sobre mis labios y dijo:
-No, no, no. Nada de quejas. Tú comes, yo hablo.-

Y viendo que era la única forma de saber, empecé a comer. 
El hablo tranquilo y pausado, sin dejar de supervisar los alimentos que ingería como desconfiando de que usara alguna treta.

-Los lobos pertenecen al sinfín de cosas que pueden suceder aquí hasta que recuerdes. El problema es que te atacaron porque estabas ahí. Lo de “plumitas”, no sé. Quizás no debía aparecer…o no quiso. Eso debes preguntarle a él. Yo solo sé que ante una invocación debemos aparecer, no nos podemos negar, es más fuerte que nosotros. Por si no tienes idea, es como un magneto que nos arrastra al lugar donde fue hecha la invocación, o en este caso pedir a gritos por alguien. Y como aun no recuerdas del todo mi nombre, yo no pude estar ahí antes de que salieras lastimada. Créeme ninguno de los dos queremos dañarte o dejar que algo malo te pase, pero si no nos recuerdas no podemos hacer mucho-concluyo bajando la vista.

Ya no tenía hambre. Todo era muy raro y me desesperaba. Mire mis brazos vendados, a este paso terminaría muerta en un par de días. Yo había pensado que no era real, que estaba en el limbo o algo parecido pero me equivoque. Aparte la fuente y me quede pensando en todo lo que había pasado, alguna pista tendría que haber para poder desentrañar todo este dilema.
El demonio tomo mi mano con mucha delicadeza y besándola murmuro:

-Debí haber sabido, perdóname-
Me puse alerta

-¿Sabido qué?- le dije

-Que saldrías lastimada si no estaba contigo.-

Me sentí culpable, el me había pedido pasar juntos la noche y yo pensando estúpidamente en las connotaciones sexuales de aquella proposición, le había dicho que no. Yo había sido quien propicio este desastre.

-No es tu culpa. Fue mía por no acceder a tu pedido- le dije tratando de aceptar lo que habría evitado si no tuviera tantos prejuicios en su contra.

Alce la mirada para encontrarme unos ojos azules que se iban oscureciendo de a poco.
El se acerco lentamente, acaricio mi mejilla y luego rozo sus labios en los míos. Su tacto era cálido, muy cálido. Cerré los ojos y me pregunte si quería esto. Claro que lo quería, deseaba desde el primer beso que lo volviera a hacer, pero no iba a reconocérselo. Profundizo más su beso al sentir que le correspondía. Esta vez no fue urgente y desesperado como la primera vez, fue muy suave y lento tanto que yo solo deseaba más. Necesitaba su contacto, tocar su piel y aunque los vendajes me incomodaban, me abrace a su cuello entregándome por completo a él.
El beso no fue suficiente para calmar mi sed de él. Mientras más cerca me encontraba mas lo deseaba. Basto una mirada y no necesitamos palabras para saber que deseaba uno del otro.
El se deshizo poco a poco de su ropa y de la mía entre besos y caricias. Recorrió cada rincón de mi cuerpo haciéndome sentir placeres que estaba segura, jamás había experimentado.
Con cada beso, con cada caricia me hacia pedir a gritos me hiciera suya de una vez. Se tomo su tiempo para hacer de ese momento uno que yo no olvidaría jamás. Y fue allí cuando me reclamo como suya, cuando me tomo por completo que recordé el nombre de mi amante, el nombre que no olvidaría jamás, el nombre que había buscado en mi mente sin descanso. Y fue en ese momento de liberación que grite con lo que me quedaba de aliento su nombre: Asmodeo.

Entre angeles y demoniosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora