Capítulo 23

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-Capítulo sin editar, por lo tanto tiene una calidad un poco más baja que los otros capítulos-

Saqué mis manos de debajo de mis mantas para dirigirlas a mi mesa de noche y tomar mi celular para apagar la molesta alarma de todas las semanas y prender mi lámpara.

Abrí mis ojos, pero los cerré rápidamente por la brillante luz. No tardé mucho en poder acostumbrarme a ella.

Me despojé de las mantas de mi cómoda cama y me levanté a tropiezos para dirigirme al baño donde ya estaban mis toallas y ropas del colegio que preparé en la noche ahí para poder bañarme rápido. Desprendí las prendas del pijama de mi cuerpo y me metí a la ducha para prender el agua caliente.

¡No, nunca en la vida me bañaré ni con agua tibia ni fría, siempre caliente! Por más calor que haga, o aunque haya corrido una maratón de 1000km/h lo haré. Siempre caliente.

En cuanto el agua cayó en mi cabeza todo mi sueño y cansancio se esfumó.

Suspiré al sentir la agradable sensación de deshacerme de toda la suciedad de mi cuerpo.

Lunes... Ya es este horrible día de la semana que tanto odio.

Ya dos semanas han pasado desde la noticia de que volveré a España, dos semanas han pasado desde que acepté que me enamoré de Matteo, dos semanas han pasado desde que él no me dirige ni la mirada ni la palabra.

Aún no le he dicho a nadie que me iré en cuatro días más al país en el que he vivido la mayoría de mi corta vida.
Paula, Vicente y Eric se fueron la semana pasada a España. Fue corta su estadía en Argentina, desde entonces nada más ha cambiado, Luna sigue siendo igual de optimista, la Roller Band sigue tocando y componiendo canciones, Obeli persigue a Matteo a todos lados y Pedro aún no me dice lo que nos quería decir a mí y a Nico en el parque.

Salí de la ducha y sequé mi cuerpo con la toalla, me vestí para bajar a desayunar y blablabla, a nadie le interesa mi rutina.

- Adiós, mamá - Le dí un beso en la mejilla y me fuí a la escuela.

El Open Music se atrasó, hubieron unos problemas en la organización y esas cosas, se hará la próxima semana. Ya decidí que yo no participaré, además queda una semana y es muy poco tiempo para poder arreglar la presentación y eso, además, ni si quiera estaré en este, ya que en ese entonces ya me habré ido del país.

Una vez llegué a la escuela me dirigí a mi salón de clases. Antes de entrar a mi sala, ví de lejos la de Matteo.

¿Habrá llegado?

Me mordí el labio y me encaminé al salón de clases de Matteo. Por la ventana divisé que aún no había llegado.

- ¿Y si lo espero? - Me murmuré a mi misma. Dí un chasquido con la lengua y seguí observando su sala. Mordí mi labio impaciente mientras zapateaba con un pie el suelo.

- ¿_____? - Dijeron a mis espaldas. Me giré rápidamente y choqué con quien estaba frente a mi. Me separé rápido y me peiné.

- ¡Oh! Gastón, hola... Eh- Dije y le sonreí. Me devolvió la sonrisa amablemente, y luego me miró confundido.

Sí, es raro ver a una chica de un curso menor mirando por la ventana de tu sala de clases impaciente. Parezco una psicópata buscando a Matteo aquí.

Me molesta ser así, desde hace un tiempo he estado impaciente por verlo, quiero que volvamos a hablar como antes, en esos tiempos en el que éramos amigos. Y ya queda poco tiempo, me iré de aquí y volveré a España. Tal vez eso me sirva para dejar de estar al pendiente de él, odio esta faceta mía. Al menos puedo conformarme con haber llegado a ser algo de él, su amiga. Aunque ahora me ignora.

La hermana de Pedro - Matteo y tu Donde viven las historias. Descúbrelo ahora