Capítulo 1

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Una pareja corría a través de un pasillo arrastrando a un niño de 7 años medio dormido y aun en pijama. Una explosión sacudió los cimientos del palacio asustando a todos sus habitantes. El trío paró en seco mientras examinaban la estructura del pasillo, asegurándose de que no se viniera abajo por las explosiones.

-¿Aguantará? - preguntó la mujer asustada.

-Tiene que hacerlo - respondió su marido. - Hay que llegar y poner a nuestro hijo a salvo.

Ambos se miraron y asintieron al mismo tiempo. El hombre cargó con el pequeño y, agarrando la mano de su esposa, retomaron su carrera hacia el sótano.

Tras unos minutos que parecieron interminables, llegaron finalmente por fin a la estancia dónde un hombre con una túnica morada les recibió.

-Majestades - dijo apresuradamente mientras hacía una torpe reverencia. - El ritual está casi listo, en unos minutos dará comienzo.

Dicho esto volvió a entrar en la sala. Los reyes, a pesar del temor que les invadía, entraron tras él y admiraron lo que tenían delante. Se encontraban en una sala redonda con las paredes totalmente desnuda y, en el centro, vieron un pentagrama, hecho con tinta amarilla, inscrito en un círculo con símbolos que parecían muy antiguos. Situaron cinco velas azules en cada una de las puntas de la estrella y detrás de las mismas cinco figuras encapuchadas se arrodillaron para comenzar a murmurar un siniestro y mágico cántico. Las velas empezaron a arder y la tinta, con la que habían pintado aquel dibujo, comenzó a iluminarse tenuemente. Un repentino temor obligó a la reina a recuperar a su hijo de los brazos del rey mientras que retrocedía un par de pasos.

-Cariño, creo que esto no es una buena idea - dijo mientras negaba con la cabeza.

-Pero..... es la única alternativa que tenemos. Hay que poner a salvo a nuestro hijo.

-No...... ¡no! No quiero separarme de él - las lágrimas afloraron de sus ojos como cascadas.

El rey se acercó a ella y la abrazó.

-Sabes, al igual que yo, que nuestro reino no sobrevivirá a este ataque. Quieres, al igual que yo, que nuestro hijo siga viviendo feliz. Y deseas, incluso más que yo, que encuentre su propio destino, aunque eso conlleve que no siga a nuestro lado.

La reina hundió el rostro en el pecho de su marido y lloró, porque aunque no quisiera admitirlo, él tenía razón, debía de hacerlo por él. Dejó al pequeño en el suelo y ambos se agacharon para hablar con él.

-Hijo mío - comenzó el padre. - Aunque no nos veas todos los días, espero que nos recuerdes, ya que siempre estaremos cuidándote. Crece fuerte, hazte un hombre y forma tu propia familia, pero lo más importante es que seas tu mismo.

-Vive sin arrepentirte de nada - continuó la reina. - Sé amable, valiente y sobretodo feliz.

El chico estaba confuso, no sabía que significaba todo aquello, no entendía por qué sus padres estaban llorando y tampoco sabía que era aquel misterioso dibujo grabado en el suelo.

Sus padres le abrazaron mientras su madre lloraba sin consuelo. La reina, tras separarse, le colgó un amuleto al cuello (foto multimedia) y le dio un último beso. Los gobernantes se apartaron de su hijo y una mujer le tomó la mano. Era su tía y sin mediar palabra con él, le condujo al centro del pentagrama.

Los encapuchados este dieron sus brazos y elevaron su cántico mientras las llamas alcanzaban el techo y la tinta brillaba como el Sol mismo.

-¿Padre? - logró vocalizar el muchacho mientras sus lágrimas caían.

Ambos monarcas lloraban apartados del ritual pero sin perder de vista a su hijo. El niño trató de correr hacia ellos pero fue detenido por su tía quien le agarraba fuertemente. Un gran estruendo retumbó por toda la sala. Los ataques estaban a punto de alcanzarlos. Las grietas no tardaron en abrirse paso por el techo de la estancia.

-¡Mamááááááá....! - el grito del niño se perdió mientras su cuerpo se desvanecía junto con aquella mujer.

Justo en aquel momento una roca cayó sobre uno de los sacerdotes, matándolo y debilitando gravemente aquel delicado ritual, con a saber que terribles consecuencias.

La teletransportación se completó justo en el momento en las almas de los cuatro hombres restantes abandonaban sus cuerpos, muertos, para sellar la entrada a aquella dimensión, con la esperanza de que nada ni nadie pudiera alcanzarle.

-Entonces, ¿adoptarán a Rodrigo? - preguntó por última vez la enfermera.

-Por supuesto, lo cuidaremos como si fuera otro hijo más, ¿verdad Mario? - preguntó aquella mujer de unos 30 años a, hasta hace poco, su único hijo.

-Claro, mamá. Estoy deseando ver a mi nuevo hermanito - dijo mientras saltaba de alegría.

-Pues miren dónde está - indicó la enfermera mientras señalaba a un niño que iba de la mano de una doctora.

Mario, nada más verle, salió corriendo y le abrazó como si de toda la vida se conocieran. Su madre se disponía a seguirla pero fue retenida por la enfermera.

-Ha de saber que este niño no recuerda absolutamente nada de su pasado, le hemos hecho muchas pruebas, sin ningún resultado concluyente.

-No importa - sonrió la mujer. - Nosotros le daremos recuerdos nuevos y felices.

En una sombra, una mujer observaba la escena atenta. Una sonrisa afloró en sus labios ante la respuesta de la mujer, pero a su vez una lágrima recorrió su mejilla. Su sobrino no recordaba nada en absoluto, seguramente debido a la muerte de uno de los sacerdotes durante el ritual. Temía que el sello que debían de hacer las almas para impedir el paso a esa dimensión estuviera debilitado. Aún así, no dejaría que eso la impidiera cumplir su misión, protegería a aquel niño con su vida, aunque él no llegara a saberlo nunca.

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Hasta aquí el primer capítulo de esta nueva historia.
No es una historia solamente mía es una obra a medias con marikilla26.
Ambos esperamos que os guste, que votéis y que comentéis.

Sayonara ^°^

Luz en la oscuridadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora