Capítulo 7

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-Necesitamos tu ayuda - dijo Rodrigo solamente.

La mirada de Elena se dirigió inmediatamente a la chica que reposaba, inconsciente, en los brazos del otro chico.

-¿Qué ha pasado? - preguntó preocupada mientras se acercaba a la chica.

-El ángel del otro día me ha encontrado y le ha hecho algo a Eva; y encima nos está persiguiendo.

El rostro de su tía cambió repentinamente.

-¡Rápido! Bajad al sótano, aquí no estamos seguros.

Los chicos siguieron a Elena escaleras abajo con prisa. Cuando abrieron la puerta pudieron observar bien la estancia.

Era una sala enorme con todas las paredes de ladrillo y cubiertas de extraños dibujos, algunos parecían tener varios años de antigüedad. Al fondo, había bastantes literas perfectamente alineadas, una cocina con lo esencial y una puerta de madera con bonitos símbolos en la cual, supuso Rodrigo, se encontraba el baño. Aún así, lo que más llamó la atención al chico fue la enorme doble puerta de madera oscura que se encontraba en la pared, como todo en ese lugar, tenía varios símbolos.

Sus dudas pronto serían aclaradas ya que, tras dejar a Eva en una de las camas con Félix vigilandola, Elena le guió hacia aquella puerta. Al abrirla Rodrigo pudo admirar su interior. Era una especie de biblioteca con enormes estanterías que llegaban hasta el techo repletas de libros, la mayoría de ellos antiguos. Debajo de las mismas habían vitrinas con todo tipo de objetos, como espadas, dagas o minerales de todos los tipos y tamaños. Uno en especial llamó la atención del joven. Era un extraño mineral de color morado, parecía una amatista pero algo en su interior le indicó que no lo era. Extendió su mano para poder examinar mejor aquella roca.

-¡Alto! - gritó Elena.

Rodrigo apartó la mano enseguida y miró extrañado a su tía.

-Eso - dijo señalando al mineral. - Es una Armazonia. Una sustancia poderosa, capaz de extraer la energía de un ser vivo hasta casi matarlo.

-Me parece que ya no quiero tocarlo - respondió el joven asustado. - Y tú, ¿qué haces?

Elena sacó un libro de la estantería. Era un ejemplar viejo y sus páginas acumulaban polvo desde hacía años.

-Es un libro de angeología. Puede que nos dé una pista sobre lo que le ha pasado a Eva.

Ambos salieron de la biblioteca, y se acercaron a la chica. Seguía inmóvil y cada vez estaba más pálida.

-¿Habéis averiguado algo? - preguntó Félix.

Rodrigo negó con la cabeza mientras su tía se apartaba un poco para leer aquel volumen. Era una enciclopedia bastante completa y con apartados bien organizados: anatomía de los ángeles, historia angelical, clasificación y, por último, ángeles en la guerra: con un amplio glosario de sus ataques.

Los dos chicos se acercaron a la mujer un poco deprimidos.

-¿Podemos ayudar en algo? - preguntaron al unísono.

-Claro - respondió con una sonrisa. - Aquí tengo una lista de los posibles ataques y hechizos que ha podido usar contra Eva. Leedlo y apuntad todo lo que creáis importante. Yo, mientras tanto, buscaré en otros libros.

Y todos se pusieron manos a la obra. Los dos chicos no paraban de apuntar detalles que parecían cuadrar mínimamente con el estado de su amiga.

Pasaron las horas y Eva seguía empeorando. Los chicos habían traducido al castellano libros enteros sobre ángeles sin ningún resultado. Entretanto, Elena había salido a hacer unas compras a toda prisa tras leer algo en uno de sus libros. Un golpe en el piso superior les indicó que la mujer había vuelto.

Luz en la oscuridadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora