Capítulo 13

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Las dos espadas de madera volvieron a encontrarse una vez más. Sus portadores mantenían el equilibrio mientras trataban de ejercer más presión sobre el contrario para hacerlo caer. Félix desvió por un segundo la mirada hacia abajo. Se encontraba sobre una delgada tabla de madera a un par de metros del suelo y a duras penas podía dividir su atención entre dónde debía pisar para no caerse y en bloquear los ataques de su oponente. Elena advirtió esa pequeña distracción y la aprovechó para derribar al chico, el cual, cayó de cara contra el suelo.

-Auch... - se quejó mientras se frotaba la cara roja por el golpe contra el suelo. - ¿No te valía con desarmarme que también tenías que tirarme al suelo?

- Así espabilas y aprendes a no distraerte, chaval - respondió mientras negaba con la cabeza. - Además...

Antes de que pudiera decir nada más, un escalofrío recorrió su espalda.

-No, no puede ser...

Elena saltó hacia la puerta, lanzó su espada a un lado y salió corriendo. Félix se levantó, aún dolorido, y la siguió dejando su espada también a un lado. Ambos salieron a la estancia principal donde se encontraban las literas... y donde habían secuestrado a sus amigos, pensó Félix por un momento.

-¿Qué pasa?- preguntaba mientras corría tras ella- ¿Por qué estás así?¿Ha pasado algo?

Sus preguntas no eran escuchadas. Cuando llegaron a la puerta que conducía a la biblioteca se pararon en seco.

-¿Me vas a...?- comenzó el joven, pero fue interrumpido

-No - y cerró la enorme puerta en sus narices.

-¡Eh!- exclamó sobándose la nariz, por segunda vez ese día. - ¡No hacía falta golpearme... otra vez!

Elena salió de la biblioteca, minutos después, con un libro de tapas oscuras en sus manos y con semblante serio dijo:

-Nos vamos.

-¿A dónde?

-Cállate y sígueme. Esto va a ser muy peligroso.

-¿Y no nos llevamos todas esas armas que tienes dentro? - protestó mientras señalaba la imponente puerta que conducía a la biblioteca.

Elena pareció reflexionar un momento.

-Escoge una espada. Rápido, mocoso. No tenemos mucho tiempo.

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-Levantaos, tenemos que irnos.

Rodrigo y Eva se miraron, dudosos, y se levantaron lentamente.

-No vamos a ir contigo - se plantó el chico.

-¿Cómo? Creo que no te he escuchado bien, chavalín - dijo con un tono amenazante el ángel.

-Me has escuchado perfectamente. No vamos a ir contigo, nos has secuestrado, me has golpeado, estás loco y sigo sin estar seguro qué narices eres.

Rodrigo bajó la mirada y apretó los puños. Estaba muerto de miedo, pero no iba a permitir que a Eva le pasase nada. Oyó una pequeña risa y cuando quiso darse cuenta algo tiraba de su pelo hacia atrás, obligando a su cabeza a retroceder de golpe y dejando su garganta descubierta. Sintió un cuerpo detrás suya y algo frío se apoyó sobre su cuello. Dominic se acercó lentamente a su oído y susurró:

-Veo que no nos entendemos muy bien. Te lo voy a explicar de nuevo. En ningún momento te he dado opción, o vienes conmigo por las buenas...o inconsciente.

Luz en la oscuridadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora