En el sótano de Elena, Félix acababa de despertar. Tenía un fuerte dolor de cabeza que no notaba debido a la preocupación que le invadió al ver que, el ángel que habían capturado, había escapado. Y lo peor es que no era la única persona que faltaba en la habitación. Sus dos amigos tampoco se encontraban allí. - ¡Rodrigo! ¡Eva! –gritó angustiado una y otra vez.
El chico registró cada rincón de aquel lugar hasta dar con la tía de Rodrigo que permanecía, en el suelo, esposada de pies y manos. - ¡Los mataré! ¡Cuándo consiga escapar de esto juro que me vengaré! –era lo que decía mientras forcejeaba.
En aquel momento las miradas de los dos se cruzaron y fue ella la primera en gritar. - ¡Por fin has despertado! ¡Desátame! - Menos exigencias, ¿dónde están mis amigos? - Calla y ayúdame –respondió enfadada. - ¿Dónde están? –volvió a repetir Félix. - Se los han llevado, idiota. - ¿Quiénes? - ¡Serás imbécil! ¡Han sido el ángel y el demonio! Y ahora, ¡ayúdame de una maldita vez! - Voy, voy, no hay por qué ponerse así –dijo mientras Elena soltaba un bufido-. No puedo desatarte, eso es metal y no tengo nada para cortarlo. - Idiota, podrían haber dejado a la chica y llevarse a este –susurró agotada-. Allí hay una daga, tráela y rápido. - Voy –dijo el chico antes de ir directo a por el arma.
Cuando regresó, se agachó y cortó las esposas que la mantenían presa. Félix le ayudó a levantarse y ambos volvieron la vista hacia el agujero que aún permanecía en el techo. - ¡Vayamos a buscarles! –exclamó él histérico. - ¿Acaso sabes dónde se encuentran? - No, pero... - ¿Cómo piensas salvarles?
- Pues... - ¿Sabes cómo vencer a un ángel o a un demonio? - La verdad es que no, pero... - Entonces, ¡calla! –Exclamó alzando los brazos-. Vete a tu casa, y no le digas nada a nadie sobre esto. Eso es todo lo que puedes hacer. - ¿Me estás vacilando, tía? –preguntó con lo que le quedaba de orgullo. - Primero, no soy tu ''tía''. Y segundo, no sabes nada acerca del mundo al que pertenecemos Rodrigo y yo, esta no es tu lucha. - ¡Eso no es verdad! Esta se convirtió en mi lucha en el momento en el que secuestraron a mis amigos.
Elena suspiró, ella misma había sentido aquello cuando la que consideraba su hermana intentó apartarla de la batalla con la intención de protegerla. Pero no podía involucrar a más gente de esa dimensión. - Lo siento, pero debes marcharte. - Si eso es lo que quieres, los buscaré yo mismo –dijo antes de dirigirse a la puerta. - ¡No! Espera... no debes involucrarte en esto. - ¡Son mis amigos! ¿Es qué no lo entiendes? ¡No puedo abandonarlos así sin más! - ¡Espera! Pu...puedes quedarte; pero con una condición –dijo dudosa. - ¡Lo que sea! –exclamó desesperado. - Deberás obedecer todas y cada una de mis órdenes son rechistar, ¿entendido? - Está bien –accedió no muy convencido. - Pero tienes que estar preparado para lo que venga. ¿Sabes usar algún arma? - Bueno, una vez mate una cucaracha con la escoba, pero me parece que eso no cuenta –comentó.
Elena soltó un suspiro, resignada. - Como yo pensaba, tienes las tres ''íes''. - ¿Las tres íes? ¿Qué es eso? - Idiota, imbécil e inútil –le contestó con las manos en la frente.
- Oye... -comenzó ofendido. - Vamos a la sala de entrenamiento –le interrumpió-. Tienes mucho que aprender. - ¿Sala de entrenamiento? –preguntó asustado-. Eso no suena nada bien. - No me hagas repetirte lo de las tres íes. - Pero... - Obedecer cada una de mis órdenes –repitió en un tono frío. - Bien –bufó el joven.
Félix siguió a Elena poco convencido hasta una puerta al final de la enorme biblioteca. Esa zona estaba llena de libros antiguos y polvorientos, además de que algunos de ellos parecían ser restos salvados de algún incendio. Atravesaron una puerta de, aparentemente, madera; el pomo tenía una forma peculiar, tenía grabado una estrella de cinco puntas.
Atravesaron la puerta y se encontraron una habitación de paredes grises y, a un lado, concretamente el derecho, se encontraban dos vitrinas de un cristal azulado en la que había todo tipo de armas, como dagas, espadas o arcos.
Félix no había visto nada parecido a aquello nunca, ni siquiera en museos. Observó todas aquellas piezas como un niño en una pastelería, hasta que su mirada se detuvo en una espada en concreto. Su filo tenía un brillo verdoso y en su empuñadura, envuelta con cuero oscuro, tenía unos extraños grabados y acababa en una cabeza de serpiente cuyos ojos eran dos esmeraldas que brillaban con una luz siniestra. La serpiente tenía la boca ligeramente abierta y enseñaba sus colmillos blancos como la nieve. Inconscientemente sus dedos rodearon la empuñadura de la misma y la descolgó de su estante. Una vez en su mano el chico pudo sentir un vínculo antiguo y poderoso.
Elena observaba la escena desde una distancia prudencial, era curioso que aquel joven eligiera aquella espada en concreto debido al destino que habían corrido sus antiguos propietarios. Debajo del hueco dejado por la espada en la vitrina había un cartel que rezaba '' Ξίφος της Θυσίας''. - ¿Qué significa? – preguntó el chico sin apartar la vista de su nueva adquisición. - Es griego antiguo, y en nuestro idioma significaría ''La Espada del Sacrificio''; debido a la sangre que se usó para forjarla. - Suena peor que "sala de entrenamiento"- comentó, pero esta vez, la mujer no dijo nada, no contestó. Tenía la sangre helada, había escogido la única espada que era mejor no tocar.-.¿Por qué tienes tantas armas? ¿Esto es legal?- interrogó mirando a Elena a sus oscuros ojos. - No -contestó en un tono firme-. Ahora te enseñaré a usar eso -señaló la espada-, no vaya a ser que hagas daño a lo poco que queda dentro de esa cabeza.
Se dirigió al centro de la sala, seguida por Félix y con una espada simple, de hoja plateada y mango de madera clara envuelta en una tela gris, desarmó al joven. - ¿Cómo has...? Wow. - Bien, empezamos. Lo primero es conocer tu espada, es sencillo. La punta, es la parte más alta de tu espada, el filo le sigue, situado poco más abajo, y la acanaladura, la parte más cercana al mango, el cual comienza con la guarda, que impide que tu mano resbale y contacte con el metal, la empuñadura, normalmente va envuelta en tela o cuero, el pomo, el cual va unido a la otra punta de la espada, el bloqueo. ¿Lo has entendido?
Cuando finalizó de enumerar todas las partes de una espada, Felix estaba sorprendido y confuso, lo que respondió a la pregunta de Elena. - Creo que debería enseñarte un par de tácticas de defensa y ataque básicas, así por lo menos te podrás defender si pasa algo. Después quiero que te aprendas las partes de la espada, ¿entendido?
- Sí
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Sayonara ^º^
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Luz en la oscuridad
FantasyTodo el mundo piensa que los demonios son todos malos, que visten de rojo y viven en el infierno: un lugar en el que, supuestamente, hace tanto calor que el suelo es puro fuego. Y todo el mundo cree que los ángeles son buenos, seres de luz coronado...