10. La Diableza

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— ¿perdiste la cabeza?, no dejaré que la expongas a que un montón de hombres la toquen...y miren...— le reclamó Igna a Georg casi estremeciéndose.

— Romeo, no hay tiempo para tus celos, ella accedió, Deyna Nima es una profesional, deberían aprender un poco de ella. — respondió Georg dejándolo boquiabierto. — ahora, ve a trabajar.

 Callado, Ignacio fue a su puesto junto a Fabricio.

— ¿Estás lista? — le preguntó Georg a Deyna invadiendo en los tocadores sin su permiso.

— Si, lo estoy. — contestó ella. 

Pasmado, Georg sonrió. Se había agenciado un traje de gala, que de seguro robó al maestro de ceremonias, quien probablemente estaba desmayado. 

— Te vez bellísima, voy a presentarte, y que comience la danza. — soltó tras hacerle dar una vuelta a su pupila.

Se dirigió a la tarima y tomó el micrófono.

— ¡Caballeros! —Los invocó— es un honor para mi ser su anfitrión ésta noche, voy a presentarles a una muchacha que hará su debut ésta noche. — La multitud de hombres los vitoreaba. — ¡ella es el terror de los solteros, el escape de los casados, el consuelo de los viudos, ella es el sueño de todo hombre! — dijo Georg burlándose. Ignacio lo fulminaba con la mirada, a lo que él sonrió todavía más. — Les presento a... ¡Deyna, la Diableza con cara de ángel!

Deyna salió con un vestido corto y sensual, era rojo fuego, y todo pegado a su cuerpo, con dos alas negras de ángel inmensas en la espalda, su cabello suelto y coronado por dos cuernos rojos brillantes.  Se había dibujado  flores complejas y espirales, en la frente y al rededor de los ojos, parecían hechos a mano con pintura negra y un pincel delgado. Simplemente HERMOSA.

Sus botas hasta la rodilla del mismo color que las alas tenían unos tacones de ocho centímetros.

Comenzó la música, Deyna ignoró los tres tubos y se puso a bailar enérgicamente. 

Los demás empezaron a adormilar a los presentes con sus ánimas, no uno por uno, sino mas bien parecía un gas que los sedaba en masa. No se dormían al 100%.

Deyna movía el cabello y la cadera, se bajó de la tarima para subirse a las mesas, de algún modo le agradaba toda la atención, pero no paraba de sentirse nerviosa. Los hombres la miraban fantaseando, pero, estaban tan adormilados que no se atrevían  a tocarla.

Se paseó por todo el local bailando y sonriendo a todo el mundo, hasta que los hombres estuvieran ya casi completamente dormidos.

Fue entonces que Georg le dio la orden de comenzar a arrancar los sueños. Los guardianes la seguían por todo el local, los demás sólo se reían y no hacían nada, ni siquiera los soñadores que estaban vestidos de meseros. El único que no sonreía era Ignacio, él estaba molesto, es más, ¡furioso!

Deyna iba pasando mesa por mesa, hombre por hombre, y mientras bailaba, introducía sus manos en los corazones de los sujetos para sacarles sus sueños. De manera rápida, los colocaba en las bolsitas que los guardianes sostenían por ella.

Todo había salido sin complicaciones, lo cual era raro, ella ya se estaba acostumbrando a que casi siempre que salieran de misión alguna pesadilla ataque.

Pero éste no sería el caso ya que prácticamente todos los sueños que había robado esa noche eran débiles, no entendía porque la biblioteca de los sueños necesitaría orbes tan inútiles, pero eran órdenes de Georg, no había modo de contradecirlo.

Cuando acabaron, todos los niños perdidos reían y la aplaudían (excepto Ignacio, claro).


— Bien a modo de celebrar a nuestra Julieta, vayamos a cenar a algún lado, que nuestra homenajeada elija donde. — dijo Georg.

Deyna eligió un lugar no muy lejos de ahí, donde solía comer con su familia.


— ¿qué pasará con éstos hombres? — preguntó Deyna.

— Despertarán pensando que el alcohol o el sueño los tumbó, yo asumo que dormirán unos veinte minutos más, y en cuanto al personal...

— Yo me encargo de eso — afirmó Igna.

A lo que Georg asintió. Deyna decidió acompañar a su Romeo.


— ¿qué te pareció mi baile? — preguntó ella entusiasmada una vez que estuvieron en los tocadores. Ignacio, enojado, no le contestó. — ¿estás bien?

— No importa — contestó.

— Si, si importa,... a mi me importa. — dijo ella más seria.

— Es... Georg, a veces pienso que... nos abusa ¿me entiendes? —comentó dándole la espalda para mirar a las verdaderas bailarinas desmayadas. — ¿cómo lo hiciste? — soltó dantes de que Deyna pudiera contestar al comentario anterior.

— ¿qué cosa?

— No tomaste el traje que usas de ninguna de estas chicas, ¿de dónde lo sacaste?, y tu maquillaje...

— Lo... creé yo con mi ánima, lo leí en algún libro de Georg, se llama ilusión Óptica. — respondió ella sospechosa.

Él entrecerró los ojos. Se inclinó hacia las bailarinas y empezó a desprender arenilla de su ánima.

— ¿qué haces? — preguntó Deyna.

— Les creo recuerdos nuevos.  

Ignacio hizo el mismo procedimiento con absolutamente todos en el local de manera rápida, incluidos los hombres que habían adormilado para robarles sus sueños. Así evitarían problemas. Georg, al parecer, decidió ser prudente y no preguntarle a Ignacio qué hizo con los trabajadores del local.

Deyna nunca supo qué recuerdos les implantó Ignacio a las personas de la discoteca.

Una vez que terminaron de comer su cena, Georg pagó al mesero del restaurante en efectivo. ¿de dónde sacaba tanto dinero?

Antes de retirarse dijo:


— Nuestra Julieta es talentosa, esto es para ti.

Le entregó a Deyna un paquete de unos 30 cm de de largo por 5 cm de alto, no sin antes depositarle un beso alegre en la frente. 

Ella abrió el regalo, y no era nada de maquillaje, o alguna joya,  era un arma especial.

*video: canción La Loba-Shakira (con letra)*

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