42. La Casa de los mil Espejos

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Deyna miró a sus lados y no había nada, estaba rodeada de espejos, ella creyó que si traspasaba el del cabaret  llegaría al orbe, pero no, ahora estaba en una casa repleta de pasillos y habitaciones con espejos que tenían reflejado en su interior el tan anhelado orbe. Lo que quería decir que debería traspasar un espejo mas pero, ¿cuál sería el portal y cuáles serían simples espejos? ¿cuánto tiempo le tomaría?

De pronto, la escasa luz que iluminaba se cortó, cuando se volvió a encender, ya no estaba el orbe en ningún espejo, a su alrededor estaban todos los demás, si, Igna también pero en realidad no a su lado sino mas bien dentro de los espejos que la rodeaban.


— ¡Deyna! — gritó el Igna de atráas del espejo de su lado derecho.

— Igna...— masculló ella.

Ambos se acercaron al espejo que los dividió, cada uno desde su lado, lo revisaron como tratando de hallar una perilla que pudieran girar como una puerta, pero ese sería un intento inútil. 


— ¿Dónde estamos? — preguntó Aurora desde su espejo — los veo a todos en diferentes espejos. ¿ustedes me ven?

— Si, creo que todos nos vemos — dijo Deyna. — es parte del juego de este mundo debemos encontrar por nuestra cuenta donde esta el orbe para pasar el espejo indicado y ahí nos encontraremos todos.

— Si, eso debe ser — Decía Sergio — pero ¿Cómo saber donde está el espejo?

— Creo que yo puedo ayudar en eso — dijo una voz grave susurrante, y hasta se podría decir, seductora. No se podía distinguir desde donde venía.

— ¿quién eres? ¿Dónde estás? — dijo Deyna imponente.

La voz oscura y ronca soltó una macabra carcajada. De pronto se escucho un sonido, como de estar recorriendo un mueble, y en efecto era un espejo, pero que en lugar de tener un orbe como reflejo o a otra persona, estaba todo vacío, negro. No se podía ver nada en él.


— ¡da la cara! COBARDE — exclamó Deyna molesta.

— Eso depende, ¿qué cara quieres que te muestre?, si tengo tantas como la cantidad de espejos que ves en esta vieja casa. 

Deyna se acercó levemente al espejo oscuro entrecerrando un poco los ojos.


— ¡No te acerques! — le gritó Igna. —Yo se quién es... es la pesadilla mayor, el rey de las pesadillas, creo... debemos estar en su casa.

Ella retrocedió casi por instinto. 


— Chico listo — dijo la voz — como ustedes no tienen ni idea de como encontrar el orbe, pero yo me quiero divertir, les daré una pista

— ¿y porqué confiaríamos en ti? — dijo

— Porque, como les dije, quiero divertirme, tanto con ustedes como con el idiota de Georg. Ustedes sufrirán para encontrar el primer y el segudo orbe, y Georg cuando descubra que los encontraron con mas facilidad de la que él pensaba que los encontrarían.

— Bien, ¿cuál es la pista? — rompió Simbad el hielo

— El espejo que buscan, es uno que reflejará el rostro verdadero de quien se pare frente a él, como verán, hasta ahora ningún espejo refleja lo que hay en frente de él, por ahora, solo parecen vidrios desde los que ven a los demás del otro lado. Cuando tengan el orbe y necesiten ir por el segundo les daré la otra pista. Pero recuerden, ésta prueba deben pasarla solos, una vez que vayan mas allá de los espejos que ven a su alrededor ahora, ya no verán a los demás en las otras salas ni pasillos.

Todos asintieron y el rey de las pesadillas retrocedió el espejo de nuevo, así es como se fue. 

Deyna e Igna se despidieron, luego hicieron lo mismo con los demás, no sabían cuanto tiempo pasaría hasta volverse a ver.

Deyna salió caminando con prisa hacia un pasillo largo que estaba a su izquierda, cuando volteó, ya no había nadie. Solo quedaba ir hacia adelante.

Ella caminó y caminó, ingreso a unas tres habitaciones y todos los espejos que se encontraban ante ella parecían reflejar una pared blanca. "La casa debe tener unas 50 habitaciones, así que alguna me reflejará, no creo que yo sea una pared blanca, preferiría tener a un monstruo como reflejo que una pared" pensó.

Un momento de esos dio con una habitación, y el espejo deseado estaba ahí.Una chica la miraba e imitaba sus movimientos, tenía que ser ella.

Cuando Deyna se acercó al espejo lo suficiente, el reflejo dejó de imitarla, ahora la miraba con aire de superioridad.


— Hola, "Nima" — le dijo.

— ¿Quién... eres? — preguntó ella.

— Yo soy tú, si me atraviesas llegarás al orbe que tanto buscas.

En ese momento la figura-reflejo se comenzó a transformar, vestimentas pobres la cubrían y ojeras debajo de sus ojos se manifestaban, luego unas pesuñas de cabra se convertían en sus pies, su boca se agrandaba y las comisuras de la misma se venían abajo llegando a colgar 3 cm. debajo de la mandíbula, su piel se convertía en color carmín y sus labios se volvían negros. Dos cuernos de chivo inmensos se alzaban imponentes en su cabeza y sus ojos estaba huecos, negros, no tenían alma.


— Esta...— decía Deyna con terror en los ojos, no por la situación sino mas bien por lo que representaba — no puedo ser yo, es un engaño.

— Esa era la pista Nima, debías encontrar tu reflejo verdadero, y está aquí, así es como eres en realidad, mentirosa, amargada, no estás bendita, sino al contrario, fuiste la maldición de Igna todo lo malo para él vino cuando llegaste ¿no luces tan bonita ahora o si? vamos a ver si me alcanzas...

El reflejo empezó a correr apareciéndose en un espejo y en otra, a veces correlativa y otras aleatoria mente. Se podía oír su risa burlona como un eco por toda la casa y la pobre Deyna tratando de atrapar su propio reflejo mientras apartaba de su mente aquella imagen aterradora. De vez en cuando se oía un susurro decir "encuentrame Nima, encuentrame"  entre risillas.

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