Capítulo 3

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El camino ha casa ha sido más largo de lo que esperaba, y el chico que tengo a mi lado no ayuda que sea más rápido. Su lenta y decidida caminata opaca la mía que apenas es notada por los transeúntes que pasan a nuestro lado. Veo sus brillantes ojos verdes, sus carnosos labios moverse lentamente al hablarme, no le tomo importancia. Sus dientes perfectamente blancos y ligeramente separados se hacen notar de vez en cuando, no he dejado de morder mi labio desde que he salido del instituto, él no ayuda a que lo deje de hacer. Mi respiración se vuelve acelerada cuando estoy llegando a mi casa, los latidos de mi corazón también lo están.

-No puedo creer que nunca nos hayamos visto.-su profunda voz inunda mis oídos.-Vives justo al frente de mi casa.-dirijo mi mirada al otro lado de la calle, la casa de ladrillo, le da un toque relajante.

-Max.-murmuro, presiono más mis labios.

Me acerco a la puerta, la abro y él entra sin avisar. Mi respiración se acelera aún más cuando cierro la puerta y lo veo sentada en el sillón con las piernas abiertas mirando el plasma.

-Mack me ha hablado de ti.-pongo los ojos en blanco, una sonrisa picarona aparece en sus labios, ¿Cómo es posible que ese chico tan guapo este en mi casa?-Dice que eres una fácil.-sus palabras no surgen efecto en mi, mi perro baja corriendo y una sonrisa aparece en el perfecto rostro de Max.-Pero no creo que lo seas.

-¿Por qué?.-pregunto, la duda ha invadido mi ser.

-No te veo sentado en mis piernas.

Lanzo una risita nerviosa, dejo mi mochila en el sillón que esta al frente mío, saco mi libro para que no se maltrate.

-No te conozco lo suficiente.-repongo.

-¿Entonces, si eres fácil?.-mis labios se separaban lentamente cuando su pregunta acaba. Su sonrisa no desaparece de su rostro.

-Creo que debería irte.-murmuro en lo bajo.

Él se levanta hasta llegar a estar a unos milímetros de mi, mi respiración se acelera más de lo normal, me presiono los labios más fuertemente. La tensión sexual, si es que existe, me esta presionando. 

-Me iré cuando me plazca.-se acerca más a mi, tengo su mentón directamente al frente de mis ojos, el aroma de su perfume es demasiado excitante, su pecho sube y baja.-¿Lo sientes?.-pregunta, sus ojos verdes se oscurecen, o así lo siento.-La tensión sexual, es fuerte.

Algo en mí me dice que de un paso adelanta hasta chocar con él, por otro lado, la otra parte me dice que me aleje de él. A mi no me gustan los hombres, pero si me sigue mirando de esa manera, creo que prefiero estar confundido. 

Veo sus labios, forman una ligera "O", están secos y puedo escuchar a gritos como me llaman para que los humedezca.

-¿50 sombras?.-su brazo me roza y coge el libro.-Qué excitante.-su tono es demasiado profundo, demasiado controlador, demasiado excitante... 

-No está bien.-doy un paso hacia atrás, Max me agarra el hombro derecho y me pega hacia él, su pecho estaba pegado junto a mío y siento sus latidos, lentos, mierda que excitante.-Por favor.-comienzo a suplicar.-No esta bien.

-Shhh.-su dedo indice derecho se posa en mis labio, su mano izquierda comienza a descender por mi espalda, la arqueo al sentir el suave tacto.-Anastasia debe obedecer a su amo.

"El juego de roles" pienso, mierda.

-No está bien.-vuelvo a repetir, su gran mano derecho baja hasta encontrarse con el inicio de mi jean.

-Quédate callado.-su tono es duro, pero sigue lo sensual.

Se pega más a mi, mis labios chocan con su cuello, y sentirlo así me desespera. Beso suavemente su mentón y voy bajando hasta encontrar el punto donde le obligo a lanzar un gemido. 

-No te conozco.-mi sentido común vuelve, me separo lo más que puedo de él.

-No importa.-responde.

Vuelve a pegarme hacia él, mi sentido común desaparece. Mis besos son desesperados. Sus manos están descubriendo en mi, algo que nadie más lo ha hecho, o bueno, que nadie que yo haya deseado lo ha hecho.

Sus labios buscan los míos de una manera desesperada y cuando los encuentra no los suelta, me los mordisquea suavemente pero lo suficiente como para dejarlos un poco hinchado. Me presiona lo más que puede, siento su dura erección a travez de su jean, y no dudo que él no sienta la mía. 

-¿Dónde está tu habitación?.-pregunta, suena como un gran gemido.

-Arriba.-respondo antes de devolverle el beso. 

Antes de parpadear, siento como me carga, mi perro da vueltas alrededor de él, pero él no detiene su camino. Enrollo mis piernas en su torso, sin parar el beso. Sus pasos son un poco torpes, pero la excitación y deseo que corren por mis venas me obligan a ignorarlo. 

Llegamos a mi habitación, me echa en la cama sin separarse de mi. Desenrollo mis piernas y las estiro, él me coge de las dos muñecas y las estira, así formando con mi cuerpo una cruz.

-Te desnudare.-al escuchar sus palabras saliendo de sus labios, mi mente se alborota. 

Hace lo que puede para sacarme la chaqueta y la camiseta, cuando termina, vuelve a estirar mis brazos. 

Su cuerpo desciende, y sus labios lo acompañan por todo el recorrido. Me besa el cuello, y suavemente deja su marca en mi pálida piel. Me muerda la clavícula, y esa sensación, me obliga a arquear la espalda de una manera inhumana. 

-No muevas los brazos.-ordena y obedezco.

Sus mordidas descienden hasta llegar al centro de mi pecho, lo besa, un poco fuerte, pero la excitación me hace lanzar un largo y profundo gemido. Me besa cada milímetro que puede. Tiemblo y gimo en lo bajo. Sus labios llegan a mi estómago y cuando le da una ligera mordida, gimo. El sentimiento es gloria.

Desabrocha el botón de mi jean y se detiene.

-¿Qué pasa?.-gimo.

-Devuélveme el favor.-Con un movimiento imprevisto, estoy encima de él. 

Le quito la camiseta, y exploro su maravilloso torso desnudo, inhalo el aroma que emana, saboreo cada gota de sudor. Le beso levemente, luego mordisqueo de la misma manera como lo hizo él. Max lanza gemidos que me alteran.

Sin pensar me apresuro y le quito el botón del jean, desciendo tanto como puedo, hasta tener su erección al frente de mi rostro. Su bóxer negro comienza a formar una tienda de campaña, le bajo el bóxer, abro la boca tanto como puedo y me meto el miembro.

-Oh mierda.-escucho su gran gemido.

Succiono, y le doy ligeros mordiscos. Él me acaricia el cabello y me pega más.

-Eres una perra.

Sus palabras se repiten en mi mente miles de veces, muy rápido, y un terrible dolor comienza. Me dan náuseas al ver su miembro, y me dan náuseas el sabor.

Lo veo, me levanto y me alejo de él.

Agarro la bolsa de mi papelera y vomito.

-Vete.-"Eres una perra", se repite en mi mente, él me mira extrañado.

-No quería llamart...

-¡Vete!.-vuelvo a gritar.-¡Vete de mi puta casa ahora!

-Oye oye.-se acerca a mi y me rodea con los brazos.-relájate.

Be mine.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora