• Ratita de biblioteca •

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Hermione se giró para darle la espalda a Draco. «¡Idiota!» dijo Hermione, hacia sus adentros. Se hallaba nerviosa y molesta al mismo tiempo, debido a la actitud pedante y altanera de Draco.

Malfoy, por su parte, salió de la habitación, no sin antes echar una risa irónica.

Hermione trató de meditar toda la tarde por qué le ocurría eso, y por qué hasta ahora. Daba vuelta tras vuelta por toda la habitación, pensado «¿Por qué?, ¿por qué con él?». Una respuesta invadió su mente. «Admítelo, Hermione. Él es tan lindo... ¿¡Qué te ocurre!?» se dijo así misma.

Le asustaba, pero sí, acababa de admitir aquel pensamiento.
Los razonamientos de Hermione fueron interrumpidos cuando Draco entró en la habitación, haciendo escándalo para llamar su atención.
Granger sabía que era mejor guardarse esto, pues aún no estaba del todo segura sobre cómo reaccionaría Draco.

Sabía que no todo el tiempo podría evitar a Draco, hasta que sus miradas se cruzaron.

—    ¿Dije algo gracioso, Hurón Desteñido?

—    Oh, para nada, Rata de biblioteca. ¡Sólo puedo notar que estás celosa! —Draco se rió a carcajadas—. ¿Es en serio, Sangre Sucia? ¡No sabía que sentías algo por mí! No me extrañaría, todas me quieren.

—    No digas tonterías, Malfoy. Eso ni en tus más retorcidos sueños. Una cosa es que no soporte a Pansy, y otra muy diferente que tenga un sentimiento hacia a ti.

—¡Seguro, Granger!—rio Draco, mientras se tiraba plácidamente en su cama.

Hermione ignoró a Draco, mientras tomaba su túnica y su maletín para guardarlo en su baúl. Se aproximó a meterse en su cama. Mañana sería un día pesado debido a los trabajos.

Sabía que era demasiado tonto darle tantas vueltas al asunto, pero aún no podía asimilar aquello que pensó por la tarde. «¿Sabrá que en realidad son celos? ¡No!» exclamó. Hermione sentía que estaba al borde de la desesperación. Decidió entonces soplar su vela, y echarse a dormir.

[...]

La mañana del viernes, Hermione despertó echando un bostezo. Se levantó y miró su reloj. Aún había tiempo. Se dirigió a la ducha con rapidez para ir al gran comedor y tomar un desayuno antes de su próxima clase.

Granger se encontraba caminando por el pasillo principal hacia las mazmorras para la clase de defensa contra las artes oscuras.

Cuando por fin se encontraba en la puerta, se percató de que el profesor aún no empezaba con la clase, por lo que se aproximó a tomar el primer asiento libre que halló, con Parvati, su ex compañera cuarto.

Unos minutos después, al final del aula se escuchaba la potente voz del profesor de Snape. Hermione se dispuso entonces a poner atención para no recibir otro regaño como el de ayer.

—    Muy bien, alumnos. Abran su libro en la página 344, tema «Los hombres lobos» por favor —decía el profesor posándose en su escritorio, hinchando el pecho para mostrar autoridad.

—Profesor, pero si apenas comenzábamos a ver «los animagos»—protestó Hermione.

—Hablando sin que le den la palabra señorita Granger—respondió el profesor con severidad—10 puntos menos para Gryffindor.

Hermione abrió los ojos como platos ante aquella situación.

—No puede restarme puntos por opinar—contestó Hermione a regañadientes.

—Otros 10 puntos menos—contestó el profesor.—podemos seguir toda la clase restándole puntos a Gryffindor señorita Granger.

• SAY SOMETHING BEFORE I GO • DRAMIONE | EDICIÓNDonde viven las historias. Descúbrelo ahora