• Amor •

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Habían transcurrido 2 meses desde aquel incidente en la sala de trofeos. Hermione y Draco tenían la relación que todo el mundo desearía, llena de amor y momentos buenos. Su único defecto es que nadie podía saberlo. Cualquiera que los mirara diría que ellos en cada movimientos demostraban más que amor.

Una mañana de lunes Hermione se hallaba corriendo por el pasillo principal camino a patrullar las afueras  de las aulas. En busca de chicos o chicas que se hallan fugado de las clases. Aunque eso no era motivo para correr, si no que del otro lado del pasillo una persona de cabellera rubia igual corría hacia la misma dirección que ella.
Cuando finalmente sus brazos se entrelazaron se hundieron en un cálido abrazo. ¡Que buena manera de comenzar la mañana!
Hermione quiso iniciar aún más cálida su mañana, intentando robarle un beso de los labios a Draco.

—¡Vamos Granger, esfuérzate!—se carcajeó Draco al ver cómo Hermione intentaba saltar en busca de un beso.

Hermione sabía que era imposible alcanzar los labios de su chico, por lo que acudió a aquel método que jamás fallaba. Pucheros.

—¡Oh vamos, no hagas esa cara!—Hermione sabía que eso lo hacía caer, por lo que se aferró a aquella cara, hasta que finalmente callo.

Draco tomó entre sus brazos a Hermione y se perdieron en un profundo beso. Jugando con sus lenguas, una batalla para saber quién tenía el control. Sus sabores eran la mejor combinación. Fresa y Menta.
Draco y Hermione eran felices, eso es lo único que se puede expresar. Ella necesitaba a alguien que le impusiera nuevos retos. Y el alguien que lo hiciera caer en su zona de confort y mirar el mundo más despacio por un momento.
Casi sin querer, se iban separando poco a poco, hasta que sus labios ya no sé rozaban ni un poco. Se miraron unos segundos hasta que Draco hablo nuevamente.

—¿Sabes como te cargare el día que seas mía el resto de la vida?—susurró Draco, con un hilo de voz casi imposible de oír.

—No—contestó Hermione entre sonrisas.

—Bueno entonces déjame mostrarte—musitó Draco. Luego de esto la tomó de ambas piernas, y la elevó hasta la altura en que sus rostros quedaron frente a frente. Y así la llevo por todo el pasillo, disfrutando el momento, amándose, deseándose y disfrutando de tenerse el uno al otro.

—¡Estás loco!—le dijo Hermione entre risas.

—Por ti.—susurró Draco.

Hermione una vez más volvió a tocar el piso, había acabado su patrullaje, y ahora volvía la peor parte del día. Tener que fingir aquel odio que ninguno sentía. Iniciaba la clase de transformación, y Hermione se despedía a la distancia de Draco para no levantar alguna sospecha, aunque ciertas personas en específico sabían de la relación que desde hace tiempo tenían.

—Señorita Granger—llamó la profesora Mcgonagall, luego de esto Draco se encontraba de tras de Hermione haciendo ese gesto nefasto que caracterizaba a Draco.—Señor Malfoy, entren. La clase está por iniciar.

Hermione miraba entre todos los pupitres en busca de alguno libre, sabrían que era demasiado obvio sentarse junto a Draco por lo que siguió su camino, hasta encontrarse con aquel chico que era una pesadilla para ella. Finch era el único asiento libre. Resignada y en conflicto se dirigió hacia el. Draco la miraba desde un extremo, su sangre hervía de furia. Quería asesinar a ese chico a golpes.

—¡Hermione, que sorpresa!—saludo Finch.

—¡Eh, sí!—contestó Hermione con incomodidad.

• SAY SOMETHING BEFORE I GO • DRAMIONE | EDICIÓNDonde viven las historias. Descúbrelo ahora