Tuna and lucifer's son.

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Erase una vez, hace mucho, mucho tiempo...

Un joven de cabello castaño que iba en contra de la gravedad.

Este chico era conocido por su inigualable torpeza y su amor por el atún.

Él era hijo de un cerrajero y una princesa, pero vivía humildemente en una choza del pueblo de namimori.

Un reino ubicado donde el demonio dejó a su hijo (en el sentido literal).

Tsuna era muy tímido, por ello no tenía amigos y se sentía muy solo desde que su hermano mayor abandonó el pueblo junto a su última conquista, con quien planeaba casarse.

Un joven de cabello platinado y de hermosos ojos azules, pero eso a nadie le importa. Estamos hablando de Tsunayoshi.

Un día, luego de revisar a las vacas, la madre del castaño le llamó para hablar de un asunto importante.

—Tsu-kun, tenemos que hablar.

La mirada de Nana era seria y eso asustó al chico, su madre jamás ponía aquella expresión. ¡Ni siquiera cuando rompió el brazo de su padre por error!

—¿Sucedió algo malo...? —dudó nervioso, la mirada de su madre le crispó los nervios—. Si es sobre la pierna de papá...

—¿Qué tiene la pierna de tu padre?

—Nop, nada.

La castaña suspiró restándole importancia a aquello y tomó su mano por encima de la mesa, miró sus ojos.

—El listillo de tu padre te vendió —informó presa de la culpabilidad—, le debía dinero al hijo del demonio, pero tranquilo ya me he encargado de él.

Tsuna frunció el ceño extrañado.

—¿Te encargaste del demonio?

Ella le miró con extrañeza.

—No, de tu padre.

Tsuna sonrió y apretó su mano.

—¿Le rompiste el cuello?

—Más quisieras —sonrió—. Sólo le dejé en coma, despertará en un mes.

El castaño suspiró desganado y se encogió en su asiento, miró el agarre entre su mano y la de su madre y luego volvió a ver sus ojos.

—Lástima, pero como sea —suspiró—. ¿Qué sucederá con el hijo del demonio?

—Bueno, tenemos dos opciones.

—¿Matar a Iemitsu y escapar?

Nana suspiró.

—No, no —negó—. Escapar o matar a hijo del demonio.

—Si vamos a matar a alguien, ¿por qué no a mi padre?

Nana le miró con obviedad soltando su mano.

—Porque por más que te venda, es quien paga todo aquí.

El castaño se levantó indignado y señaló con dramatismo a su madre.

—¡Eso es mentira! ¡Tú pagas todo!

La mujer le miró aburrida antes de sonreír.

—Ya, ¿con qué crees que pago? —ironizó—. Estoy vendiendo a tu padre como esclavo.

Tsuna volvió a sentarse, aquello explicaba los largos períodos en que no veía al rubio aquel.

—Eso tiene sentido —razonó—. En fin, ¿cómo matarás al hijo del demonio?

Relatos de medianoche.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora