Como un niño.

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Ding. Ding. Ding.

Todo estaba en orden, los novios estaban parados en el altar y los invitados a la expectativa.

El obispo dirigía la ceremonia con calma, la paciencia que tanto debía caracterizarlos y eso... Le crispaba los nervios.

—Y tú, Sawada Tsunayoshi —dirigió una seria mirada hacia él—. ¿Aceptas a Sasagawa Kyoko para amarla y respetarla en la salud y en la enfermedad, hasta que la muerte los separe?

Dudó, dirigió su mirada avellanada a su prometida, lucía hermosa y realmente hubo un tiempo en que diría que sí a todo lo referente a ella, pero...

—Yo...

No era así ahora.

—¿Tsuna-kun?

Ya no la amaba.

—Yo... Lo siento —soltó sus manos y dio un paso atrás—. No puedo hacerlo, yo...

—¡¿Qué significa esto?!

Sólo negó con la cabeza y se alejó del altar, escuchando los llamados de su padre y del hermano de Kyoko a sus espaldas.

Ella sólo suspiró aliviada y miró a Haru.

Tsuna salió de la iglesia sintiendo un peso salir de sus hombros, no podía casarse con nadie a quien no pudiera amar.

No mientras su corazón tuviera dueño.

Recordaba la primera vez que había visto a Natsu, se había sorprendido de lo parecidos que eran y habían formado una amistad inmediatamente.

O por lo menos de su parte era amistad.

Con el pasar de los años sus juegos de niños cambiaron, sus mentes, sus cuerpos. Todo en ellos cambió y no eran tan similares como durante la niñez.

Sin embargo, él estaba enamorado de una joven del pueblo. Kyoko. Y Natsu lo sabía.

Pero con todo eso, la relación de ellos no cambió. Incluso cuando Tsunayoshi se hizo consciente de que lo que hacían no estaba bien.

Porque de suaves caricias inocentes durante la infancia, su relación había ido más allá. Hasta un punto en la que para otros podría haber sido demasiado lejos, no para ellos.

Recordaba el día en que le contó a su mejor amigo sobre su compromiso.

«Estaba nervioso.

Tenía que decirle aquello y el imbécil se había ido a ocultar a sólo Dios sabe donde porque estaba "muy ocupado".

Mentiroso.

Sawada sabía que el otro castaño debía de estar haciendo el vago, ese día tenían trabajo que hacer y la firma de documentos era la parte correspondiente a Natsu que siempre terminaba haciendo.

Relatos de medianoche.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora