Crónicas de vida y muerte.

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Desde el inicio de los tiempos siempre ha existido el bien y el mal.

Lo moral y lo inmoral, lo dulce y lo salado, la vida y la muerte...

Y es justo de estos últimos dos de los que les hablaré hoy.

Durante la creación del universo, Dios se dio cuenta de que, aún con todo su poder, no podría atender todas las necesidades de su creación.

Era un espacio vacío que necesitaba ser llenado, por lo que decidió crear otros dioses que hicieron eso.

Decidió que la vida debía ser primero y creó a una dulce chica de gran corazón, sus cabellos serían violáceos y su mirada iluminada por el amor a sus creaciones.

La llamó Chrome.

Pero Chrome era tan dulce y sensible que la soledad le causaba dolor, por lo que creó más dioses que pudieran hacerle compañía.

Un dios de la fortuna para que los buenos días fueran aún mejores para las creaciones de Chrome, hecho en semejanza de ella creó a Mukuro.

Una diosa del amor, hecha para fomentar el romance entre los humanos y seres vivos, Dios creó a Nana.

Creado en semejanza al supremo, apareció un dios imaginativo, inspiración pura, Fran.

Y por último, para armonizar todo, Dios creó una ultima deidad cuya labor sería la de guiar a las almas al más allá, Belphergor.

Con ellos creados y la dulce Vida feliz, Dios se hizo espectador de lo que hacían sus creaciones, fue testigo del amor de los humanos, del odio y la vanidad.

Y se crearon más dioses de ese modo.

Más allá de eso, el supremo empezó a preocuparse al ver cómo el mundo caía cada vez más en la oscuridad.

Como el mal se hacía con el poder de las cosas y personas que Chrome creaba y la vio flaquear, por lo que –en un acto de desesperación al ver a la más importante de sus creaciones sufrir–, decidió algo que cambiaría el curso de la historia para siempre.

Un día, Dios se materializó frente a las deidades y todos lo vieron en shock.

—¡Tsunayoshi-sama! —exclamó el dios de la vanidad, Giotto, sorprendido—. ¿Qué le trae por aquí?

—Tengo algo que hablar con Chrome-chan —sonrió mirándolos con cariño—. Con todos ustedes ya que estamos.

Ese día, Dios dejó el plano astral y las deidades lloraron su pérdida.

Chrome, la diosa de la vida, creó más humanos y entre ellos formó a alguien en semejanza al mal. Justo como Dios había pedido.

Mukuro, destrozado e inspirado en eso, creó sonetos que aquel ser amaría. Como se le fue ordenado.

Nana, llorando su amor perdido, rompió el corazón de aquel ser criado en semejanza al mal una y mil veces. Fue su propia voluntad.

Giotto, furioso por lo sucedido, le dio al destrozado mal trozos de su propia arrogancia para que esta fuera la principal causa de todos sus males. Pero algo salió mal, olvidó que la arrogancia sólo haría a ese hombre feliz.

Relatos de medianoche.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora