Capítulo 01: Muerte.

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Me despierto por unos toques constantes en la puerta de mi habitación, veo la hora y son las nueve de la mañana, para que toquen de esa manera y me despierten debe ser muy importante, porque todos saben que no me gusta

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Me despierto por unos toques constantes en la puerta de mi habitación, veo la hora y son las nueve de la mañana, para que toquen de esa manera y me despierten debe ser muy importante, porque todos saben que no me gusta.

Paso mi mano por la zona de los ojos, y poco a poco los voy abriendo para acostumbrarme a las claridad, pero los toques aún siguen.

—¡Sam, despierta, es importante! —esa voz es la de mi querida nana, al escuchar la desesperación ella me dispongo a responder medio adormilada.

—Pasa, nana —ella se adentra a mi habitación sigilosamente, como si no me quisiera despertar pero, ya lo había hecho—. ¿Qué es tan importante como para que me despiertes?, sabes que no me gusta —me pongo la almohada encima de mi cabeza y me envuelvo más en las cobijas.

—Lo siento, mi niña. Pero tienes que ir al despacho de tu padre, él quiere hablar contigo, y me dijo que era importante —suelto un gruñido proveniente de mis cuerdas vocales, odio que me levanten temprano, sólo lo acepto cuando tengo que ir a la universidad, pero hoy es sábado—. Venga, levántate. Te haré tu desayuno para cuando bajes esté listo.

Me levanta y me lleva hasta el baño para darme una ducha, ella al ver que no me muevo de mi lugar abre la llave de la regadera y me empuja hacia ella.

—¡Mierda nana, el agua está muy fría! —exclamo, mientras tiemblo de frío.

—Eso te pasa por no levantarte cuando yo te digo —antes de que pueda articular alguna palabra sale del baño, con una no muy notoria sonrisa.

Nana bueno, mejor dicho Tanya; ha sido como una segunda madre para mí. Me ha cuidado desde que era una bebé o eso me habían contado mis padres desde que era una cría.

Cuando mi madre tenía que ir a trabajar o ir a alguna cena con mi padre, nana siempre quedaba a cargo de mi, por eso la adoro tanto que la veo como una segunda mamá.

Hace cuatro días murió mi madre, llevaba dos años luchando contra el cáncer de pulmón por razones de que ella fumaba tanto, que se fumaba más de una cajetilla por día. Al principio ella ya sabía que tenía ese tipo de cáncer pero no nos quiso decir para no preocuparnos, ella tenía cinco meses con esa enfermedad pero no había buscado atención médica, no fue hasta que tuvo un ataque de dificultad para respirar y botó mucha sangre.

Ahí fue su última respiración, el último latido de su corazón débil, la última mirada de sufrimiento.

No pude estar con ella su último día de vida, y cada día me arrepiento de eso.

Yo estaba con mi prima en la casa de mi mejor amiga visitándola ya que había llegado de su viaje familiar.

Cuando llegamos a casa había un silencio sepulcral y espantoso, y nos pareció extraño ya que siempre hay uno qué otro ruido. Y cuando entramos a la sala todos estaban sentados en los muebles y en el suelo había muchísima sangre, mi padre estaba parado en frente de la ventana de la gran sala, con un par de lágrimas descendiendo de sus ojos; y supe que mi madre había muerto, ya había llegado su hora.

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