Capítulo 05: Taddeo Rizzo.

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 — Sabía que no eras de aquí, tu acento y tu manera de ser te delatan

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 — Sabía que no eras de aquí, tu acento y tu manera de ser te delatan. —dicho eso, se agacha y se acomoda a un lado mío bajo la sombra del árbol. 

— ¿Y de dónde crees tú que soy?

— Es algo lógico, eres de Rusia. 

— ¿Y tú como sabes eso?—interrogo un poco más.

— Soy una persona muy estudiosa, por eso lo sé.

— ¡Qué engreído! —simulo una mueca de asco y me aparto de él haciendo sentir asco. 

— Era una broma, por Dios —bromea y los dos nos reímos de tal estupidez—. Lo sé porque mi madre me comentó que hay un nuevo socio con ese mismo apellido en la empresa familiar y él es de Rusia.

— Dejemos las estupideces para dentro de un rato —me acomodo un poco hasta estar más cómoda y poderlo admirar de frente, ya que él estaba sentado a mi lado derecho mirando al frente mientras hablábamos.

Taddeo es un chico demasiado atractivo; atlético, alto, es el hombre que toda mujer quisiera tener, sus ojos de un color azul grisáceo, y su cabello de un rubio oscuro, su mandíbula es una silueta perfectamente perfilada, y eso hace que su rostro se vea un poco rudo y hermoso.

Y por último... Sus impresionantes tatuajes, que hacen verlo peligroso, pero la media hora que llevamos hablando no ha dado a conocer ningún peligro, pero a veces nada es lo que parece... Y él aún así, puede ser alguien peligroso.

El tatuaje que más me llama la atención es el que lleva tatuado donde empieza la nuez de Adán, ya que con la franela deportiva que carga me deja observarlo mejor.

— Taddeo... —le llamo para captar su atención, ya que llevaba un buen rato con la mirada perdida.— ¿A qué se deben tus tatuajes?

— Me gusta el arte, y los tatuajes son un arte corporal —se encoje de hombros —. Desde que tengo catorce años me empezaron a gustar los tatuajes, y a los diecisiete fue mi primer tatuaje, que es ésta ancla. —me muestra su dedo pulgar de la mano derecha donde la lleva tatuada.

— Eres todo un lienzo con un montón de obras de artes tatuadas.

— Exacto —sonríe—. Algún día te diré el significado de cada uno.
— ¿Estás insinuando que nos volveremos a encontrar? —ahora la que ríe soy yo.

— Ojalá sea así, me ha agradado tu compañía, Samantha.

— A mí también, Taddeo.

— Déjame decirte con toda la sinceridad del mundo, que mi nombre siendo pronunciado por tus labios suena sexy. —una sonrisa torcida brota de sus labios, y sus palabras hacen que un rubor poco visible aparezca en mi rostro.

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