Capítulo 02: Decepción.

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El auto andando por las calles de Rusia, la ventana abajo y el aire dándome justamente en el rostro era algo sumamente relajante, a no ser por mi padre que ha estado hablando sobre mi viaje a Italia en todo el recorrido

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El auto andando por las calles de Rusia, la ventana abajo y el aire dándome justamente en el rostro era algo sumamente relajante, a no ser por mi padre que ha estado hablando sobre mi viaje a Italia en todo el recorrido.

Estaría mintiendo si dijese que quiero irme; sinceramente desde pequeña he querido viajar a muchos lugares y entre esos está Italia, pero no quisiera ir en éstas circunstancias.

—No deberías de estar tan melancólica porque te irás a otro país. Otra persona estuviera feliz en tu lugar —dice mi padre mirándome con desprecio y repulsión.

—No entiendo tu comportamiento conmigo, ni sé qué es lo que te sucede; sólo cállate Vladimir.

Nana me miró con reproche al escuchar esas palabras salir de mi boca, nunca tuve la oportunidad de hablarle así a mi padre pero su comportamiento conmigo no era tan bonito que digamos, y ya me estaba sacando de quicio.

El auto se estacionó en frente de la puerta principal de mi casa, y salí disparada en dirección a mi habitación.

Yo amo a mi padre, siempre había sido cariñoso conmigo, pero no sé qué pasó; no sé qué hice para que él se comporte así conmigo, me trata como si fuera una escoria. Sé que debe de estar triste y a la vez estresado por la muerte de mi madre, pero eso no es justificación.

Supongo que debería irme a Italia, sería mucho mejor que aguantar las miradas llenas de desprecio hacia mi persona, no quiero sentirme una menospreciada en mi propia casa y si me voy con Nana sé que me sentiré muchísimo mejor.

La puerta de mi habitación se abre y veo la silueta de mi padre entrar por ésta y en segundos me levanto de la cama en la cual estaba sentada.

Su rostro rojo de furia y sus pupilas dilatadas me hacen saber que está furioso. Se acerca un par de pasos hasta donde yo me encuentro y antes de que pueda disculparme por lo que pasó en el auto me da una bofetada tan fuerte que caigo de bruces contra el suelo.

Lágrimas se empiezan acumular en mis ojos, miro fijamente a mi padre quién me está observando con asombro y en sus ojos puedo ver el pánico y la decepción.

En mis veintiún años nunca me había tocado ni un sólo cabello, y que lo haga en éstas circunstancias hace que el dolor sea más profundo, tanto en mi rostro como en mi corazón.

Me levanto del suelo con un poco de dificultad sin desprender nuestras miradas del todo, y le digo lo que nunca creí lo que le diría.

—No sé qué mierdas te sucede, y tampoco me gustaría saberlo. Te odio por haberme puesto una mano encima, pero a la vez te amo porque eres mi papá y gracias a ti estoy dónde estoy; si mamá estuviera aquí con nosotros y viera que me has abofeteado sin alguna razón coherente se sentiría sumamente decepcionada de ti, como lo estoy yo. Así que... por favor, salga de mi habitación antes de que te diga cosas que no quisiera.

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