Capítulo 07: Profesión inesperada.

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—¡Ya llegué! —grito para que las personas que están en la casa lo sepan y no comiencen a llamarme para saber donde estoy—

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—¡Ya llegué! —grito para que las personas que están en la casa lo sepan y no comiencen a llamarme para saber donde estoy—. ¡Anya, ayuda! —dramatizo un poco.

Escucho un fuerte sonido proveniente de las escaleras, camino hacia allá y me encuentro a nana que venía corriendo en mi busca.

—Esta vez fue un récord —me burlo.

—Odio que hagas eso, yo siempre termino creyéndote.

—Soy muy buena actriz —voltea los ojos y camina hacia la cocina.

—Cuentame cómo te fue en la universidad —abre la nevera y saca la leche—. ¿Vas a comer en éste momento?

—Sí, tengo muchísima hambre —asiento varias veces seguidas.

Me sirve la comida y cuándo termina de tomarse el vaso de leche, ella se da la vuelta caminando hasta el jardín. Yo la sigo con mi plato en la mano derecha y con el jugo en la mano izquierda.

Ella comienza a regar las flores mientras yo me siento en los escalones que allí están.

—Me fue bien, conocí a la coordinadora y al director. Me dieron los horarios y me quedé un rato más porque el director quería conocerme —llevo la cuchara a mi boca, y cuando ya la he tragado hablo de nuevo—. ¡Si supieras, nana! Pensé que sería un viejo asqueroso y todo regordete. Pero no, es un poco joven.

—¿Qué tienes tú contra los gordos, Samantha? —dice poniéndose en posición de defensa mientras se agarra su pequeño bulto de grasa, ella no está gorda y a pesar de su edad tiene el cuerpo muy reservado—. Yo estoy gorda y no me quejo —se encoje de hombros—. ¿Qué días verás clases entonces?

—Los lunes, martes miércoles y jueves —digo dejando el otro tema atrás porque sé que sí seguimos hablándolo, terminaremos discutiendo.

—¿En la mañana? —asiento, ella se da la vuelta por el lado dónde yo estaba para poder regar las matas pero cuándo lo hizo, la manguera apuntó hacia donde yo me encontraba y me mojó el cabello y un poco la ropa.

—¡Nana, maldita sea!

—¡Ay, perdón! Que boca más sucia tienes, niña —se burla de mí—. Estás muy tensa hoy, Samantha ¿Te pasa algo? —niego.

—No me pasa nada, enserio.

—Estás un poco pálida, y estás sudando ¿Seguro que estás bien, hija?

Me dijo hija... Extraño que me digan esas palabras seguidamente; extraño a mamá y a papá también, pero desgraciadamente esto fue lo que me tocó.

—Subiré a mi habitación a cambiarme nana.

—En un ratito subo —dice con su tono de nana preocupada y sobre protectora.

Me doy la vuelta y cruzo la puerta de la cocina dejando el plato de comida a medio probar en el lavaplatos.

Subo las escaleras y melkk en mi cómoda cama, tanteo en la mesita de noche y cuándo encuentro el control del aire acondicionado lo agarro y aprieto el botón para encenderlo.

PROHIBIDODonde viven las historias. Descúbrelo ahora