Perdón

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No le hablé todo el día, me sentía usada, yo no era un objeto al que pudieran desechar cuando dejara de ser útil. Llegando del receso Jean me esperaba en la entrada del salón. Tomó mi mano cuando quise pasar de largo.

– ¿Podemos hablar?

–No tengo nada que decirte.

–Entonces solo escúchame.

La maestra de Biología llegó interrumpiéndonos, cambió lugar y me pasó una nota.

Arrugué la nota y la tiré a la basura, seguía enojada. Tras un rato de silencio se sentó en el piso, justo a un lado de mi banca, me hizo una seña para que me agachara.

Lo hice, me dio un ósculo. –Solo te quiero a ti, Millie.

Te abro mi corazónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora