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Una tos seca y dolorosa hace que se me habrán los ojos.
Delante de mí un pequeño tocador de madera sostiene unas pequeñas violas en un jarrón, es de noche, lo sé, la humedad y frio están impresos en mi piel.
Me levanto y la cabeza empieza a darme vueltas, el pesado cobertor que me cubría se cae por el borde de la cama y un temblor recorre mi cuerpo. Me agacho a tomarlo, pero mis huesos están pesados y débiles que me caigo de la cama.

-Rubi ¿Estas despierta? -Pregunta dulcemente mientras entra por la puerta. Me mira tirada en el suelo y exclama - ¡Por Dios! ¿¡Que rayos intentabas hacer!? -Dice con una sonrisita preocupada.
No contesto, me duelen los huesos así que me envuelvo en el cobertor y cierro los ojos esperando que llegue antes la mañana que las pesadillas.


El grito de un gallo mañanero interrumpe mi sueño, estoy de vuelta en cama todavía enrollada en el cobertor con una bolsa fría en la cabeza, saco lentamente mis manos y tomo la bolsa de agua. Fiebre.

Lo miro entrar y entre cierro los ojos lo suficiente para que crea que continuo dormida.
Deja una bandeja en el tocador de al lado y me toca la frente. Veo como levemente hace una mueca y empieza a descobijarme suavemente.
Su taco agradable y frío recorría mi piel, una vez me quito el cobertor puso suavemente un par de mechones detrás de mi oreja y de dio un besito cálido en la frente.
No pude evitar sonrojarme, fue un alivio cuando se alejó sentándose en una sillita de madera que estaba tímidamente en la esquina de la habitación.

¿Por qué ha hecho eso? Sinceramente fue muy agradable y me hizo tener una sensación cálida en el pecho pero, apenas y lo conozco.
¿Acaso se dio cuenta que fingía y decidió actuar?
No, conozco la pinta de un mentiroso, los reflejos y detalles que produce en tu cuerpo y aunque mucha gente aprende a agudizar mentalmente la estructura de una mentira. Él no parece más que una persona normal, una atractiva persona normal.

El sonido de una alarma me despierta nuevamente, ha sido una noche larga y de sueño ligero.
Me duele la garganta y tengo la piel de gallina.
6:45 marca el reloj del tocador..

Pucheo un poco simulando acabarme de levantar volteo a mirar el reloj y le pregunto con voz baja -Oye ¿No iras a trabajar?
-¿Ah? -Pregunta somnoliento -Este... estas enferma, o mejor sería que me quede a cuidar antes de que destruyas la casa.
-¿De qué hablas? -Pregunto mirando mi ropa. Cruzo los brazos a la altura del pecho al darme cuenta la falta de sostén, -¿Que me hiciste!?
-Calma, no he hecho nada -Dice desviando la mirada mientras se sonroja - después de bañarte no puedo dejarte con la ropa mojada...

No comprendo que paso... Ayer, volvieron.
Sé que pude escuchar sus voces en mi cabeza...
Entre corriendo a la cocina y dejando las llaves del agua abiertas corrí al patio, loca, incontrolable. no recuerdo nada más.

-Me debes una alfombra y de terciopelo.
Refunfuño y abrazo la almohada dándole la espalda.
Debí haber muerto ahora no soy más que una carga difícil de llevar.
-No necesito una niñera.
-estas enferma, necesitas un poco de cuidado, eso es todo.

Una lágrima corre por mi mejilla, luego otra y sin darme cuenta cuando empiezo a llorar, derrotada.
Callando mis sollozos decido irme de ahí para siempre, de ahí y de todos lados.
No soy nadie...

Risa, una risa baja y burlesca. 

Creo que mis alucinaciones volvieron cuando miro por encima del hombro.
Es el muchacho, se ríe...

-¿Que te causa tanta gracia!? -le digo ofendida.
-Nada -Contesta todavía sonriendo -Es solo que de chiquita eras muy curiosa.
-¿Qué? -Le digo llena de curiosidad mientras paro de llorar. Él me voltea la pantalla de su teléfono donde sale una niña que sonríe a la cámara mientras toma con fuerza de una mano la falda de una mujer adulta. Son mis mismas facciones, soy yo.

-De donde sacaste eso?
-Internet - dice mientras sonríe, pensativo.

Tal vez no ha terminado todo para mí...

Diario de una DementeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora