6.Miedo

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—¡Tiffany! —la escucho gritar, se oye aterrada al aferrarse a mí. Yo lloraba sin parar, el miedo se apoderaba de mi cuerpo y no sabía que hacer. Va, tengo veintidós años, ¿Pero cómo se supone que reaccionaría en una situación así?

Golpes, se escuchan golpes en la arena.

—Mamá, no te vayas —pido con ojos llorosos, ella niega. Hay sangre, mucha sangre ensucia mi camiseta—. Por favor, no.

—¡Mald*ta sea! —la voz de mi primo se oye amortiguada, lejana.

—Te amo —sonríe con tristeza, mis ojos viajan a mi collar tirado en el suelo. Ella besa mi frente—. Siempre te amaré.

Y un disparo que me logra despertar.

Me apoyo en la arena observando todo a mi al rededor, siento punzadas de dolor en mi brazo izquierdo y recordando el disparo que recibí el día anterior decido apoyarme solamente con el derecho. Al instante de prestar atención a mi entorno puedo ver como todos los demás miraban la misma escena que yo: Sebastían apuntando con su arma a Brian.

No había ningún herido, así que supongo que Sebastían había disparado a lo pendejo por los nervios que lo atacaban en el momento. Obviamente el efecto del suero controlador había desaparecido de su cuerpo, pero en vez de enfadado se le veía aterrado. Vaya ironía, ya que teniendo en cuenta la situación era él quien sujetaba la pistola.

Brian hace una mueca y se limpia con una mano la sangre que sale de su nariz, el golpe que antes había escuchado parecía cobrar sentido ahora, Sebastían lo había golpeado en la cara. Mi primo se muerde el labio inferior al ver la sangre en su mano, parecía indiferente a lo que estaba ocurriendo mientras Isaac de encargaba de cubrirlo por si a Sebastían se le ocurría disparar.

Observo a mi al rededor recordando el lugar en el que nos refugiamos anoche, estábamos dentro de un edificio que había terminado con la mitad de su construcción enterrada. Habíamos entrado por una de las ventanas y la arena nos había recibido como si de piso se tratase.

—Déjalo —insiste Brian, Isaac niega mientras mi primo rodaba en la arena—. Déjalo, si me dispara tendría que vivir por su cuenta, y no es como si fuera fácil sobrevivir al gobierno de Becher.

—¡Te odio! —grita Sebastían al lanzar la pistola a la arena del desierto que nos rodeaba. El uniformado empuja a Isaac fuera del camino y toma del suéter a mi primo, aventándolo contra una pared— ¡Eres un hijo de p*ta!

Brian en vez de enojarse como antes lo habría hecho, sonríe soltando una pequeña risa al momento de contestar. —Mi madre está muerta.

Sentí un escalofrío recorrer mi espalda al escuchar tal confesión, imaginar a mi tía muerta no era la mejor imagen que mi cerebro necesitaba. Mis ojos se cristalizan al instante.

¿Cómo es que todo esto había ocurrido? En un momento todo era risas y sonrisas, y ahora simplemente parecía estar vacía. Mis padres, mi hermana, mi familia, mis amigos... Lo había perdido todo en un abrir y cerrar de ojos. Había disfrutado mi vida, pero no lo suficiente, era cursi y melosa pero no demostraba cuanto quería a una persona de la manera en la que me hubiera gustado hacerlo, y ahora casi no tengo a ninguna. Las únicas personas que siguen a mi lado son Taty y Brian, y el segundo parecía tener más cosas en mente que una prima fastidiosa.

Antes lo sabía, pero no lo había entendido con exactitud: Debí haber disfrutado mi vida al máximo con las personas que amaba, porque no sabía que de un día para el otro todo cambiaría, jamás imaginé que esto pasaría.

Una voz interrumpe mis pensamientos, es una de las chicas que estaba encerrada en el establecimiento de Becher. Se le oía confundida y a la vez asustada.

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