Rebeldes

9.Entiende, acepta y supera

Suelto un grito agudo al sentir el impacto del arma contra mi nariz. Al disparar no fui lo suficientemente fuerte, como consecuencia por mi torpeza mis manos fueron directo hacia atrás provocando el choque entre la pistola y mi nariz.

Al instante la risa de varios hacen presencia. No sé si se ríen de mi fiasco o del otro chico que acababa de gritar también. Wesley, lo había llamado Madeline.

En un principio no entendí el grito de Wesley, pero logré comprender al ver el agujero provocado por el impacto de una bala justo al lado de su cabeza. La bala se había desviado y casi le da en el cráneo al pobre chico.

-¡Lo siento mucho! -exclamo mientras pongo una mano en mi nariz, siento como su temperatura sube. Wesley levanta ambos pulgares en señal de que todo está bien y se va corriendo de a otra zona del cuarto de tiro.

Miro a Isaac, estoy furiosa con él por haberme hecho disparar a pesar de que le dije que no quería. La mueca que pone al verme confirma mis sospechas: Mi nariz ya empezó a sangrar.

-¡¿Estás demente?! Yo ni siquiera quería disparar y ahora tengo una nariz sangrante, por poco asesino a un pobre muchacho, perfecto. -bufo, Isaac suspira en respuesta.

Veo como saca un pañuelo de su bolsillo antes de acercarse a mí. Señala una silla que se encuentra cerca y comprendo que quiere que me siente, obedezco. Me tiende el pañuelo para que me limpie la nariz, cuando lo hago lleva mi cabeza hacia atrás con una de sus manos y echa un vistazo a mi nariz. Finalmente hace que vuelva a mirarlo a los ojos y sonríe, dándome a entender que el golpe no provocó ningún daño más allá del sangrado.

Me levanto del asiento y al momento de hacerlo Isaac me rodea con sus brazos, me está abrazando. Algo confundida, le correspondo al abrazo.

-¿Es tu manera de pedirme perdón por obligarme a disparar? -cuestiono. Isaac se separa de mí y asiente con la cabeza- Bien, estás perdonado, sólo no vuelvas a hacerlo.

Suspira encogiéndose de hombros. Supongo que eso no es un Por supuesto, Tiffany, no lo volveré a hacer. Trago saliva algo nerviosa.

-¿Podemos ir a enfermería y ya está? Es lo único en lo que soy buena, ahí no voy a herir a nadie. Por favor, Isaac. -le suplico, Isaac me mira con algo de nostalgia. Sé que quiere decirme algo cuando empieza a mover sus manos en señales raras, no lo comprendo. Isaac, al ver que sus intentos de ser entendido eran en vanos, toma mi mano y me lleva nuevamente al ascensor.

Estoy inquieta, no sé que está tramando, ni siquiera me fijé en cual botón ha presionado. Sonrío al pensar en la posibilidad de que me está haciendo caso y quiere llevarme a la enfermería.

-¿Vamos a la enfermería? -pregunto con algo de entusiasmo. Isaac sonríe de lado y niega con la cabeza, eso desvanece mi felicidad.

Las puertas del ascensor se abren, ahora estamos en el interior de lo que parece el último piso de un gran edificio. El tragaluz del techo me permite ver el color azul que adorna al cielo, eso me hace sentir bien conmigo misma.

-¿Qué hacemos aquí? -pregunto nuevamente. Isaac empieza a caminar y hace un ademán con la mano para que lo siga, hago caso y camino detrás de él.

Se detiene tras una ventana, me detengo al llegar a su lado. Miro a través del cristal para saber lo que está observando, varios chicos (12 en total) con el uniforme de La Resistencia se encuentran disparándole a latas a lo lejos, supuse que ellos pertenecían a los del cuarto de tiro. La puntería de algunos era perfecta, otros gastaban las municiones intentando pegarle a la misma lata.

Presencié esa escena por varios minutos sin entender las razones de porque Isaac me había traído hasta aquí. Entonces sucedió, un chico que no había fallado ni un solo tiro dejó de prestar atención cuando una rubia fue a colocar más latas en posición, disparó y la bala impactó con el brazo de la chica.