5. Antojos.

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Louis se removió un poco sobre las suaves mantas que cubrían su piel. Tenía ya 7 semanas de embarazo y su pequeño se estaba convirtiendo en la versión más inquieta de él cuando era un niño. La intensa hambre que estaba empezando a sentir no lo dejaba dormir con tranquilidad.

Sintió enojo de repente, soltó unos cuantos bufidos y trató de girarse para mirar al rizado junto a él. La desfavorecida oscuridad dificultaba su accionar, así que tuvo que achinar y adecuar sus ojos para poder concentrarse.

Observó sus párpados, sus labios, sus mejillas e inmediatamente se tranquilizó.

–Harry... –llamó suave. Removió con fuerza el hombro del rizado, tratando de despertarlo. –¿Harry?

El rizado abrió lentamente sus ojos, intentando visualizar a su alrededor–¿Mmmm?

–Oye... –el castaño ahuecó su rostro y centró su mirada con la del contrario.

–¿Qué pasa? ¿Te sientes mal? –el oji-verde se puso en marcha inmediatamente e inspeccionó con sus manos el cuerpo del oji-azul. Su rostro expresaba un ligero tono de pánico que le hizo mucha gracia al castaño.

Louis carcajeó bajito. –No, Harry.

–¿Qué pasa? –posó su mano sobre el hinchado vientre del castaño y elevó su vista. –¿Es el bebé?

Louis lo pensó por unos instantes y formó con sus labios un dulce puchero al asentir con la cabeza. –Tengo mucha hambre.

–Oh, mi amor. –Harry se acercó lo suficiente, depositó un beso en su frente y otro en su lindo puchero. Acarició su mejilla y sonrió.

–Dame amor... –susurró entristecido. Esperó a que el rizado se acerque con sutileza y deje suaves besos sobre sus mejillas, luego sobre su cuello y por último sobre su nariz.

–Y también quiero pizza de pepperoni con helado de fresa. –soltó con una impecable y repentina sonrisa en su rostro.

–¿Qué? –el rizado se alejó confundido y con su ceño levemente fruncido –¿Ahora?

–Sí. –asintió aún más sonriente. –Me voy a morir si no pruebo un bocado de pizza.

–Pero son las 2am, Louis. –se quejó. Se estiró por completo en la cama y suspiró pesado.

–Harry... –el castaño sintió muy dentro de su pecho una gran desilusión al verlo. –Por favor... –su voz salió un poco quebrada, llamando la atención del rizado quien posó su vista en su rostro.

–Bebé... –el oji-verde se acercó y bufó con cansancio. –No llores, hermoso.

–Es que... –sollozó el castaño. –Yo no sé por qué quiero llorar... –lo miró con sus ojitos cristalizados y abrió sus brazos para recibir un abrazo del contrario.

–Mi amor... –Harry cubrió con sus brazos el cuerpo del oji-azul. Delicadamente depositó muchos besos sobre el sedoso cabello del más pequeño. –Te amo mucho, ¿lo sabes?

–Ya... –hipó. Se apartó un poco, con una expresión de molestia en su rostro. –Pero no lo suficiente como para ir por una simple pizza y complacer mis débiles deseos...

–Ay, Jesús... –Harry maldijo internamente a las estúpidas hormonas que estaban atacando los sentimientos de su embarazado Louis.

–¡Tengo a tu hijo creciendo dentro de mí! –lloró el castaño. –Por lo menos deberí...

–Bien, Louis. –tomó su rostro y lo besó para terminar con su incoherente sermón.

El terminar de sus besos era lo único que se oía entre la oscuridad de la habitación. Solo sus besos y la agitada respiración del castaño sobre los labios de Harry.

Drabbles. {Larry}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora