1. Aquí.

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Una sueva brisa acarició las mejillas del delgado Louis, quien se encontraba parado frente la puerta de la casa de Harry. Lo sorprendió la llamada entrante del rizado, sería la tercera en toda la mañana.

–¿Dónde estás, Louis? Llevas media hora atrasado. –vociferó a través de la línea.

–¡Estoy afuera! –contestó igual de molesto. Escuchó como el rizado se movía dentro de la casa y distinguió que estaba bajando las escaleras. Antes de colgar, dijo: –No me perdería nuestros jueves, lo sabes.

La puerta se abrió, mostrando a un sonriente y despeinado Harry. –Lo sé. –se hizo a un lado y dejó que el castaño se adentre a la casa.

–¿Qué película quieres hoy? –preguntó mientras subía las escaleras detrás de Louis, mantenía una mano ligeramente posada en su cintura para apurarlo.

–Estaba pensando en ver juntos una maratón de Grey's Anatomy, ya sabes que me encanta esa serie. –ingresaron a la habitación del rizado y, como siempre, Louis se lanzó hacia la cama. Se empezó a quitar los zapatos mientras que Harry encendía la televisión.

–Estoy atrasado... si ves desde donde me he quedado yo, hacemos una maratón. –tomó el control y abrió la aplicación Netflix. Louis ahogó una queja y se apoyó contra la cabecera de la cama. Esperó a que Harry se acomode a su lado y soltó un ligero bostezo.

Estuvieron cerca, observando la melodramática serie que a Louis le encantaba demasiado.

Todo estuvo como siempre, hasta que en algún punto del capítulo, Meredith y Derek se dejaron llevar por un profundo y sincero beso.

La mirada de Louis se perdió en algún punto de la habitación. Sus mejillas se sonrojaron levemente, sus manos empezaron a juguetear un poco... y Harry no fue ajeno a sus nerviosos movimientos.

–¿Todo bien, Lou? –el rizado se puso de costado, acercándose con curiosidad.

–Sí, sí... es que... –la sonrisa nerviosa en el rostro de Louis le sacó una sonrisa al rizado.

–Hey, ¿qué pasa? –preguntó rápidamente, con un par de hoyuelos en su rostro. Esperó unos segundos hasta que el castaño se sienta más cómodo.

Louis se sentía demasiado avergonzado, se movió y se escondió en el cuello del rizado que, por inercia, lo abrazó contra su pecho. 

Para ambos, el límite de muestras de cariño se había roto ya desde hace mucho tiempo. Para ellos, era completamente normal sentirse lo suficientemente cerca sin necesidad de dar explicaciones del por qué les gustaba tanto. Eso era lo que los convertía en mejores amigos, eso era lo que, finalmente, los convertía en lo que realmente querían. –Nunca he... yo nunca besado a alguien, Harry.

Louis sintió cómo, desde el pecho del oji-verde, se hizo paso una suave pero profunda risa.

– ¡No te rías! –se quejó, golpeando levemente su pecho. –No es gracioso... –susurró con cierto grado de desilusión.

Harry se dio cuenta del tono con el que lo dijo, así que sin dudarlo dejó de reír e inició un recorrido de caricias que iban desde su sedoso cabello hasta su escondida mejilla. –Si quieres... –tomó el rostro de Louis y se acomodó para poder observar sus ojos. –Si quieres yo podría... ya sabes... ayudarte con eso, Louis.

–¿De verdad me enseñarías cómo besar? –preguntó, divertido.

–Si tú quieres, claro. –le devolvió la sonrisa y dejó un casto beso en su mejilla. Louis rompió el silencio con una larga carcajada... y asintió. –¿Seguro, Louis? –el castaño, no muy convencido pero muy hipnotizado por los ojos verdes de Harry que se encontraban ligeramente cerca de su rostro, volvió a asentir.

Drabbles. {Larry}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora