Relaciones Tóxicas.

II

Su cumpleaños estaba cerca cuando Mum la llamó a su habitación, quería hablar con ella.

La habitación de la proxeneta era la más grande de la casa, y una de las pocas que no era usada para atender clientes ni durante el día ni la noche. Circe había escuchado que era porque cuando era joven también era prostituta, pero un cliente llegó un día y la contagió de una enfermedad de VIH.

Ella siguió trabajando como siempre, no le importó si contagiaba a alguien o no. Mum tenía entendido que era infértil, incapaz de quedar embarazada por un aborto mal hecho en su juventud. Desafortunadamente, logro quedar embarazada ocho meses luego de ser diagnosticada como portadora del VIH.

Dicen que el bebé de Mum había sido hermoso. Con grandes ojos azules y piel blanca, además de cabello castaño como ella. No vivió más allá de los dos años, ya que el virus de VIH lo contagio cuando su mamá estaba embarazada pero en él se desarrolló hasta ser Sida.

Dicen que ella sabía quién era el padre. Circe también había escuchado que el padre del bebé de Mum era hermano del hombre que había embarazado a su propia madre, o sea que el bebé de Mum era primo suyo. Eso no sonaba convincente para Circe, la verdad, pero no quiso preguntarle a Mum, porque había escuchado que ella aún amaba a ese hombre que le dio a su único hijo.

Dicen que por eso no dejo a Heaven abortar a Circe.

-Tu madre volvió anoche,-Le dijo la enorme mujer, mientras contaba dinero, recostada en su cama de sabanas suaves y con la cara sin maquillaje.- Ya no tienes que irte, pajarito.

Heaven había decidido irse un día. Empacó sus cosas y se fue con un hombre, a Circe le dijeron que ese era su padre pero ella no les creyó, si ese era su padre la hubiese llevado con él, ¿No? Él pagaba la manutención de Circe, ¿Por qué no llevársela y si a Heaven?

-Gracias por no correrme de inmediato, Mum.

-De nada, pajarito. Sabes que yo te quiero mucho, ¿No?

La mujer se quedó contando dinero, pero no le había dicho a Circe que podía marcharse aún, por lo que la chica seguía allí.

-Tu madre y yo hablamos cuando ella llegó, anoche.- La miró fijamente.- Sabes que mientras ella no estuvo, dos meses, perdí dinero por los hombres que se acuestan con ella.

-Lo sé.

-Y ella ya tiene una deuda conmigo, porque yo las he cuidado muy bien por casi trece años. Entonces ahora me debe aún más dinero, ¿Sabes a qué edad llegó ella aquí?

-A los diecisiete años, Mum.

-Así es, ¿Sabes a qué edad llegó la que llegó más joven?

-No.

-A los trce años. Una chiquilla flacucha y virgen. Ella trabajaba en la habitación de la sala, esa con los tubos.

-¿Por qué me dices todo esto?

-Porque tu madre ha decidido que vas a comenzar a trabajar, para ayudarla a pagar.

-Eso no es justo.- Dijo la niña, con repentina valentía.- ¡Es su deuda! No mía.

-También es tuya, chiquilla, porque tú también comes aquí y usas agua y espacio.

-¿Vas a vender mi virginidad también?

-No, no. Hay leyes que dicen que para tener relaciones con alguien debes tener, por lo menos, quince años. Eso lo haremos en un par de años, por ahora vas a trabajar en los tubos.

-¿Y que gano yo?

-¿Por qué ganarías algo?

-La tía Cindy dice que le das a mitad de la mitad del dinero que le paga cada hombre.