Capítulo VII

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El aroma del café inundaba el lugar como todos los días, haciendo que se sintiera una inmensa tranquilidad en el establecimiento.

Jonathan llevaba felizmente unas bebidas a dos jóvenes que se encontraban platicando amenamenete de alguna nueva película  en una de las tantas mesas que estaban repartidas a lo largo del local.

Christopher estaba extrañamente desaparecido. Él siempre llegaba a la hora de abrir,  ayudaba a limpiar y acomodar lo necesario para darle una grata bienvenida a los clientes, pero esta vez había sido la excepción. Eran más de las 11am y aún no llegaba.

Aunque fuera el dueño del lugar, siempre estaba allí y si tenía algún asunto importante que le impidiera ir, llamaría y avisaría a sus empleados para que se encargaran de la cafetería ellos. Así era Christopher, dejaba las cosas claras.

Harry era otro asunto aparte.
Para él, el dulce aroma del café no lo tranquilizaba, nada lo tranquilizaba del todo.
El chico no había podido dormir en toda la noche después de que ocurriera el feo incidente de la sombra en su puerta y la hoja que tenía una sola palabra escrita.

Se decía una y otra vez que era una broma, una muy mala por parte de alguien cercano, quizá un amigo que quería hacerlo sentir nervioso. Asi que, en la mañana cuando vio a Jonathan esperando para abrir, le preguntó si había salido de su casa en la noche después de regresar del trabajo, a lo que su compañero le respondió con un confundido no.

En toda la mañana la mente del oji-verde no había parado de darle una y mil vueltas a la única palabra escrita en ese papel.

Rizado. Rizado. Rizado.

-Hey, ¿Qué pasa amigo? Pareciera que no dormiste-

La voz del chico que trabajaba con él lo sacó de sus temerosos pensamientos.

- Nada, estoy bien, sólo fue que me dormí un poco tarde viendo una serie-

Por extrañas razones, el rizado no quería contarle a nadie lo que había pasado hace apenas unas horas en su departamento.
Creía que todos se burlarían de él y lo tomarían como un pobre chico paranoico que imagina cosas.

Jonathan lo vió fijamente y lo estudió, vió las ojeras bajo sus verdes ojos y le creyó.
Sólo era un chico de 21 años, es obvio que buscaba distraerse de su trabajo y durmió tarde por hacerlo disfrutando de alguna nueva serie.

Llegadas las 12pm, Christopher apareció por la puerta haciendo sonar la campanilla de entrada.
El hombre se veía molesto y cansado.

-Hola chicos, lamento llegar hasta ahora, tuve unos asuntos que tardaron más de lo que esperaba-

Miró al oji-verde, dirigiendo sus palabras especialmente a él.

-Parece ser que no dormiste, deberías ir atrás y descansar un poco, yo me encargo de atender-

Y sin que lo dejara negarse, el rizado fue a la parte trasera a sentarse en una de las cómodas sillas que había allí, suspirando. Tenía la idea de solo dormitar, pero no lo hizo, el rizado se quedó dormido en menos de dos minutos.

Realmente estaba demasiado cansado y ni siquiera le importó que su cabeza quedara recargada, más bien casi tocando una fría estantería que estaba a su lado.

-Harry, despierta, necesito tu ayuda.-

La voz de su jefe y los movimientos que hacía éste en su hombro lograron despertar al rizado del profundo sueño en el que se encontraba.

-Lo siento, pero estamos un poco ocupados aquí y han marcado por teléfono para hacer un pedido, necesito que lo lleves-

El oji-verde asintió aún sintiendo el sueño en sus párpados, haciendo sonreír a su castaño jefe que, al ver como uno de sus empleados se encargaría del pedido, regresó al mostrador.

Había pasado casi una hora desde que cerró los ojos, pero el rizado sintió como si hubieran pasado solo cinco minutos.

Suspiró pesadamente, tallandose uno de sus ojos con la mano hecha un puño, parecía un niño apenas. Un niño solitario y asustadizo en el cuerpo de un chico de veintiún años.

Se puso de pie dispuesto a tomar lo necesario para llevar el pedido a su destino. Cafés, biscochos y ticket, los vió como si ellos estuvieran esperandolo en la mesa frente a él, listos para salir.
Rápidamente tomando el papel leyó a donde tendría que caminar para entregar las bebidas y el postre. Era la misma dirección de la vez pasada, con la señora mayor.

Caminaba por las calles de la ciudad, cubriéndose del frío con la vieja gabardina.

Parecía un extraño déjà vu, llevaba la misma gabardina vieja y la misma playera blanca, era el mismo recorrido, la misma casa y el mismo pedido, hasta parecía hacer el mismo frío de la vez pasada. Sólo esperaba que al final del recorrido no ocurriera lo de hace unos días.

De regreso a la cafetería vió a una persona cruzar la calle con un poco de prisa en dirección a él.
Esos castaños y lacios cabellos al igual que los azules ojos no los confundiría nunca.

-Hey, creí que te encontraría hasta la cafetería y no en la calle-

-Tenía un pedido que entregar, ya sabes, el jefe no quiere contratar más personal para hacerlo-

- Lo bueno de esto es que sales de la cafetería y quizá en el camino te encuentres con alguien para no regresar solo-

-Buen punto, ahora me quedaré aquí esperándo a que llegue esa persona-

El rizado y el castaño rieron por el comentario del primero, segundos después quedaron en silencio, mirándose como si nunca lo hubieran hecho antes.

La aguda voz del castaño rompió el agradable silencio en el que se encontraban.

-Lindo beanie. Nunca creí que te vería tapando tus adorables rizos... aún así te ves bien-

El oji-verde sonrió. Después de todo el caos ocurrido en la mañana decidió tapar su cabello para estar tranquilo y seguro.

Aunque estando cerca del oji-azul se sentía más que tranquilo.

Slowly seduced by your curls /Larry Stylinson/ [P A U S A D A]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora