Capítulo 2

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Último día de clases, lo recuerdo...

Al despertar en la mañana, noté que me había dormido llorando de nuevo. ¿Cuántas veces esa semana estuve así? Recuerdo que en ese tiempo yo tenía pesadillas muy a menudo y por eso siempre despertaba algo decaído, ese día particularmente había soñado con el día que hablé con ella, por lo que limpie mis lágrimas, me levanté y me dirigí a la cocina en donde se encontraba mi padre leyendo el periódico.

Mientras comía una tostada, mi padre se limitó solo a observarme en silencio. Pasaron cerca de veinte minutos, entonces me di cuenta de que llegaba tarde a clases, con una velocidad que no pensé tener devoré lo que quedaba de mi desayuno y corrí a mi habitación para recoger mis cosas, me aliste como de costumbre y una vez tenía todo preparado me disponía a salir de la casa, eché un último vistazo al interior para asegurarme que no olvidaba nada y fue cuando mi vista se detuvo en una foto de mi madre posada en una pequeña mesa a un rincón de la puerta.

—Te quiero mami.

—¡Alex! ¡Llegarás tarde! ¡Sal! —escuché fuertemente, saliendo de mi ensimismamiento.

Mi padre al otro lado de la puerta ya me esperaba en el auto para llevarme a la escuela cuando salí. No tenía muchas ganas de asistir, recuerdo que a los 8 años decía que solo iría a clases si mi padre no me llevaba, pero desgraciadamente eso no supuso algún obstáculo en él para continuar llevándome por lo que siempre trataba de salir antes que yo para no tener escapatoria. Eso me resultaba muy molesto así que naturalmente era muy habitual verme llegar a la escuela de malas, aunque a decir verdad prefería eso ya que así ninguno de mis compañeros me dirigía la palabra y yo no era insoportable con ellos.

—"Why can not?" Esta interrogativa, ¿quién puede traducirla? ¿Alguno? —nos preguntó la maestra de inglés antes de finalizar la clase. No negaré que fue mi docente favorita la señorita Privet—. Vamos chicos, si podemos hacerlo, anímense.

Solía levantar la mano casi todo el tiempo ja, ja, incluso cuando no sabía la respuesta a la pregunta dicha, tenía una costumbre de no permitir que alguno de mis compañeros respondiera antes que yo. Sin duda, era insoportable je, je.

—Oh Alex, claro, puedes contestar.

—Significa "¿Por qué no puedo?"

—Bien Alex, es correcto, ya puedes sentarte. —respondió la maestra de manera amigable.

A veces esa costumbre se tornaba molesta para mis compañeros.

—Bien chicos, eso es todo por este año, espero verlos pronto. Que disfruten sus vacaciones.

—¡SIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIII!

Al unísono todos en mi clase gritamos muy contentos. El fin de clases, y con ello vienen las vacaciones. La sensación de estar libre de la escuela durante dos meses siempre alegraba mucho a los de mi clase. Ahora no me emociona tanto tener vacaciones como aquel entonces. Para un niño de 8 años era como navidad antes de la fecha.

. . .

—¿De nuevo Alex? Esta vez yo quería contestar —reprochó Delancey, una de mis compañeras más destacadas—. Lo hiciste de nuevo.

—Es verdad Alex, dijiste que nos dejarías contestar —ésta vez hablo Thomas, mi vecino y muy colega del profesorado. El más excéntrico y también de los pocos que recuerdo.

—Alex... —se quejó un niño desconocido, al que luego supe que era Jordan. Siempre detrás de Delancey.

—¡Lo siento! Lo olvidé je, je, prometo que no volverá a pasar.

AlasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora