Can't.

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  "I can't love . I try to think . I try to rub skin and hug  "

Los rayos de sol se colaban por entre las rendijas de la ventana, aquello había molestado a sus ojos perezosos, los cuales aún coloridos luchaban por abrirse de una vez por todas.

Mientras sus pestañas se batían lentamente, su visión estaba aún algo desenfocada y en el intento de presumir una lucidez voluntaria, el golpe visual le había tendido una trampa, en la que ella había caído por mera inocencia. Y no, en su rostro no estaba plasmado el pánico, ni la rabia que se incrementa con el caer de la arenilla de aquel reloj antiguo plantado en su mollera.

Quiso gritar, también se le había ocurrido propinarle cientos de golpes, tal vez unos 103 golpes para que fuera capaz de reconocer alguno de sus errores, pero en cuanto más lo pensaba, más recaía en la realidad inminente, una verdad tan empírica como lo que había ocurrido la noche anterior.

El recuerdo desenterraba viejas pasiones y consumía las escasas energías que aun poseía, a la vez el alma se le escurría por esos ojos cristalinos perdiéndose en el grafito de su cabello intensamente, inmensamente negro, simulando ser neo Frankenstein resucitado.

Y estaba muy segura que ella pocas veces había imaginado o creído que la magia negra podría traer, realmente alguien nuevamente a la vida, con recuerdos intactos pero carentes tal vez, de lo más preciado, algo que humaniza al homo sapiens y lo exonera al edén prometido.

Su cuerpo temblaba ligeramente, siendo el escalofrío de lo innegable lo que más la desequilibraba o en su opuesto, la mantenía en el mundo de los cuerdos. Porque la arenilla le anunciaba que su tiempo estaba a punto de caducar, mientras su corazón se descontrolaba al seguir los movimientos de las manos varoniles abrochar cada botón del uniforme impoluto.

Prefirió no volver a mirar y preocuparse por ella misma, viéndose aún desnuda recubierta por una miserable sábana blanca con aroma a muchacho puritano y sangre mundana.

Porque ambos sabían desempeñar su papel y él ya no ignoraba su destino, es más lo aceptaba con mucho gusto removiendo la pintura que antes cubría su piel, afilando sus cuchillos oxidados y blanqueando sus dientes carnívoros.

Entonces Touka se reincorporaría, se vestiría de beige y caminaría a paso decidido hacia el reflejo de Alicia con las manos ensangrentadas y la cabeza de un conejo negro pendiendo de sus manos de niño.

Pero para su sorpresa, escucharía por primera vez en la historia, que había iniciado hacia unos meses, la voz del ángel negro. Ella le ignoraría, ya sabía en donde desembocaría todo aquello, no era estúpida.

—Lo siento, pero esta será la última vez.— (se oyó un eco y creyó sentir un cristal rompiéndose hacia sus adentros)

—Sabes, eso no me importa demasiado.— (miente)

Una sonrisa fugaz adornaba su rostro de marfil y continuaría arreglando la corbata negra a juego, sin embargo y para sembrar el pánico en el ambiente, Kaneki Ken pondría una mano sobre la de ella y repetiría con frialdad en su voz.

— La próxima vez tendré que matarte. — se rehusaba a encararlo)

—Mírame—

—No— (aún tenía orgullo, no le daría el privilegio de verla desangrarse)

—¿Eso es todo lo que querías decirme?—

Ella le miraba retadora y él a respuesta apartaría las manos femeninas de su pecho. Se giraría a 180 grados, dándole la espalda completamente. Kaneki Ken no mentía o tal vez era el mayor de los mentirosos, por eso Touka podía permitirse soñar y no creer.

Let's talk about love : Gotta talk to youDonde viven las historias. Descúbrelo ahora