Capítulo 1: Me voy...

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-Necesito marcharme de aquí… ¿pero a donde? - Pensé mientras daba vueltas distraídamente al globo terráqueo que descansaba sobre mi escritorio.

Sabía que era una cobardía, que allá a donde quiera que fuera su recuerdo me asaltaba, su sonrisa, la calidez de su mirada… Simplemente estaban grabadas en mi alma por siempre.

Era tan injusto, en un segundo mi vida cambió por completo, aún puedo escuchar la angustia y el miedo en su voz cuando me llamó.

Lloraba al decirme que su pecho y brazo izquierdo dolía… Solo acerté a decirle que no se moviera de donde se encontraba y entonces corrí. corrí como nunca en mi vida, hasta que lo ví allí sentado y cabizbajo.

-¿Estás… bien? - conseguí preguntarle entre jadeos, luchando porque mis pulmones y mi corazón, volviesen a funcionar con normalidad.

Él levantó la mirada hacía mí, seguía muy asustado, podía verlo claramente. Me paré frente a él, me incliné y lo rodeé con mis brazos; lentamente me devolvió el gesto, acariciando mi espalda, en un intento de tranquilizar, ya no sé si a mi, a él mismo, o ambos.

-Ya pasó, solo… vámonos a casa.

-¿A casa?-Pregunté como si me hubiese hablado en algún idioma extraño, que mi cerebro era incapaz de descifrar - ¿Te has vuelto loco, Anthony? ¡Tienes que ir a un hospital!

Luego todo se volvió confuso, la ambulancia, la angustia… El doctor mirándome con compasión, mientras me explicaba lo que había pasado.

Intentaba asimilar lo que me estaba contando, pero solo escuchaba su voz lejana, como a través de un loco sueño.

Sacudí la cabeza para obligarme a volver a la realidad, había pasado un año desde que le perdí para siempre, aún dolía como el infierno; pensar en el, extrañarlo tanto, me lastimaba de tal manera, que costaba respirar.

De pronto supe que hacer, era una completa locura, pero en este momentos no podía importarme menos. Giré el globo terráqueo con fuerza, cerré los ojos y apunté con el dedo.

-Me iré a donde sea que esta cosa quiera- Me dije mientras lo posaba con fuerza en el, haciendo que dejase de girar inmediatamente. Abrí lentamente los ojos y miré hacia donde apuntaba mi dedo.

-¿Corea del Sur?- Exclamé sorprendida, el destino debía de estar muy entretenido fastidiándome.

Hablaba francés, inglés, japonés, e italiano con fluidez, obviando el español, ya que era mi lengua materna. Incluso podía tener un conversación en portugués sin hacer el ridículo, sin embargo de coreano, no tenía ni la más remota idea.

Me encogí de hombros, y me  senté frente a mi laptop, teclee hasta dirigirme a una conocida agencia de viajes, después de unos minutos estaba hecho, ya había comprado un billete de solo ida a Seúl.

Había tomado una decisión estúpida, lo sabía perfectamente bien. Pero ¿por qué no intentarlo? ¿Qué podía perder ya?.

Tenía un mes por delante para tomar clases de coreano, no sería suficiente, pero ya me las arreglaría allá. Siempre he tenido bastante facilidad para aprender idiomas.

El siguiente problema a resolver sería como comunicar lo que iba a hacer a la familia y amigos, se que mi mejor amiga me apoyaría y estaría ahí incondicionalmente, estoy segura.

Mi familia era otro tema diferente. Desde la muerte de Anthony me trataban como a un objeto de cristal, demasiado débil y frágil como para aventurarme al mundo.

Frustrada por el camino que tomaban mis pensamientos, reposé la cabeza en la silla giratoria donde me encontraba sentada, mirando al laptop como si este fuera a resolver mis dudas.

Strange LoveDonde viven las historias. Descúbrelo ahora