Capítulo 3: Muda, Sonrojada y... ¿Sexy?

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MARA

Me estaba comportando como una energúmena, lo reconozco. Pero el susto y luego el enojo al acercarme y escuchar risas, sacaron lo peor de mí.

El señor que conducía la van, me miraba con terror y no le culpo, parecía una loca.

- ¡Es que en este país no os piden sacaros la estúpida licencia de conducir! - Exclamé aporreando la ventanilla- ¡Casi me matas y solo te quedas observándome como a un animal de feria! ¿Es que no piensas disculparte? ¡Ese estúpido globo terráqueo tiene la culpa y usted también! ¿Me oye?

Iba a seguir golpeando la van para sacar toda la frustración que tenía, cuando oí deslizarse la puerta trasera, me volteé dispuesta a exigir una disculpa; era lo menos que podían hacer después de casi matarme.

Ante mi apareció un hombre con una arrogante sonrisa y caminar felino, no se si terminé de perder la cordura por completo, pero me dedique a escanearlo con la mirada y ¡oh, dios! Lo que veía me gustaba mucho.

Iba enfundado en un elegante traje negro, que enmarcaba a la perfección su delgado y fibrado cuerpo. Sus piernas eran largas, sus manos grandes y por lo que podía ver llevaba unos cuantos anillos en sus largos dedos.

Llevaba una corbata perfectamente anudada, probablemente de seda, que iba a juego con su vestuario. Por último miré su rostro, tuve que levantar bastante la mirada, porque era mucho más alto que yo.

Su rostro se me antojó delicado, casi femenino, labios gruesos y condenadamente sensuales. Una nariz fina y elegante, pero lo que me impactó fueron sus ojos, unos ojos rasgados expresivos, que me miraban con diversión y curiosidad, eran color miel oscuro.

Su cabello estaba perfectamente peinado, de un color castaño con ligeras mechas rubias. ¿De donde había salido este regalo del cielo, hecho hombre?

-¿Te gusta lo que ves?- me sonrió de lado, ese hombre era condenadamente sexy- Eres bastante descarada, para ser tan pequeñita.

Espera, ¿Qué demonios me había dicho? Mi estúpido cerebro al fin despertó del trance en el que se había sumido al verle.

¡Dios! Seguramente le había observado como si fuera una adolescente en celo, ¿Pero que demonios pasaba conmigo?

-¿Pequeña? ¿Descarada yo? - de pronto toda la furia volvió a mi de golpe- ¡Casi me matáis, maldita sea! ¿Quien demonios te crees que eres para hablarme así?

-¿Qué quien me creo?- dijo señalandose a si mismo, mientras enarcaba una ceja divertido-¿estás de broma?

-¡Si, eso he dicho! -aseguré perdiendo aún más la paciencia- ¿y por qué iba a bromear? ¿Acaso parece que esté con ánimo de eso? ¡Discúlpate de una buena vez y dejemos de perder el tiempo!

Le miré desafiante durante unos segundos, esperando una reacción explosiva por su parte. Se había quedado serio y pensativo. ¿Quizás me había pasado con mi último comentario? Después de todo el no conducía.

Cuando el sentimiento de culpabilidad me había embargado por completo y estaba a punto de disculparme yo, le oí reír... No me lo podía creer, ¡se estaba riendo! ¿Dónde estaba el maldito chiste? Este tipo está completamente loco.

-¿Qué es tan gracioso? - pregunté acercándome a el y mirándolo directamente a los ojos. - Comparte el chiste y así nos reímos los dos.

Con asombro comprobé que lo que le había dicho solo sirvió para que rompiese a reír a carcajadas, iba a decirle las cuatro cosas que se merecía pero el hizo algo que me dejó muda.

Se inclinó y dejó su rostro a centímetros del mío, podía sentir su cálido aliento golpeando en mis labios. No entendía porque mi cuerpo no quería reaccionar, estaba como hipnotizada, lo único de mi que parecía estar en pleno funcionamiento era la sangre acumulándose en mis mejillas, podría morir de vergüenza ahora mismo.

-Te ves increíblemente sexy enojada, ¿lo sabías?- dijo regalándome una sonrisa torcida, que me estaba dejando más aturdida, si es que eso era realmente posible- aunque creo que me gustas más sonrojada.

Esto último me lo había dicho susurrándome al oído, e hizo que mis piernas se convirtieran automáticamente en gelatina, incluso no pude evitar el estremecerme.

¿Como podía ponerme en ese estado solo con decirme dos frases y sonreír? ¿Qué pasaría si me besara? ¡No, no, no! , no debía de haber pensado en eso, ahora solo podía mirar sus labios e imaginar como sería morderlos y saborearlos toda la noche.  

-... ¿estás de acuerdo?.

Estaba tan metida en mis propios pensamientos que no había notado que él había seguido hablando, ¿que si estaba de acuerdo con que? ¡Cielos!, ¿y ahora que se supone que debía decirle?

Avergonzada comprobé que no había apartado la mirada de sus labios, la quité inmediatamente y me fijé en su rostro, que reflejaba impaciencia. Su ceño estaba fruncido y evidentemente esperaba por mi respuesta.

-Lo... Lo siento- conseguí balbucear- ¿Podrías repetirme lo que me has dicho, por favor?

 -Bonita forma de conseguir que me disculpe por segunda vez- Ahora la que fruncía el ceño era yo- Te decía que lamento profundamente el accidente, y ya que supongo no tienes como irte ahora, me ofrezco a llevarte.

Saqué el móvil de mi pequeño bolso de fiesta y miré la hora, ya casi empezaba el evento.

Frustrada observé el estado en el que había quedado el taxi y con asombro vi que el chofer no paraba de inclinarse a una velocidad pasmosa, mientras se disculpaba con el taxista e intercambiaban los datos.

¿Cuándo demonios se había bajado de la van? Supongo que fue cuando me comía con los ojos al señor "sonrisas matadoras".

El Golpe debió de haber sido más fuerte de lo que pensaba, porque realmente estaba considerando en aceptar su oferta de llevarme. ¡Al diablo!, ya no me daba tiempo de esperar a otro taxi, y me lo debía.

-Ok, acepto.- Dije mirándole fijamente, aún con el ceño fruncido- pero por tu bien, espero que no intentes nada raro, y hazme un favor, guárdate tus frasecitas de ligue barato.

-¿Frasecitas de ligue barato? Solo dije lo que realmente pensaba- Dijo abriendo la puerta, y mostrándome una sonrisa radiante- En cuanto a lo otro, a menos que me lo pidas, no pienso intentar nada "raro", después de todo soy un caballero.

-Ni en tus sueños- Me limité a contestarle.

Él simplemente se quedó observándome con una expresión sumamente divertida en el rostro, mientras esperaba pacientemente a que subiera al vehículo.

Me incliné para subir, y lentamente me introduje, sentándome en el primer lugar que vi, al levantar la mirada me encontré con cuatro hombres que sonrientes, me saludaban haciendo el gesto con la mano.

Me quedé completamente paralizada, no me lo podía creer, había aceptado ir con 5 desconocidos, realmente 6 si contaba al chofer, que dios sabe que podrían hacerme.

Estaba a punto de bajarme, cuando horrorizada vi que el tipo que me había hecho la oferta de llevarme, se sentaba a mi lado y cerraba la puerta. 

Strange LoveDonde viven las historias. Descúbrelo ahora