Capítulo 6: El Día Después...

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Mis párpados, cansados y poco predispuestos a abrirse, dejaron que poco a poco fuera siendo consciente de donde me encontraba. Estaba en una cama que claramente no era la mía, completamente desnuda y rodeada por unos brazos que me transmitían una inmensa calidez.

Me giré y me quedé embelesada mirando su rostro, a pesar de la oscuridad que nos envolvía podía distinguirlo sin dificultad. Era tan condenadamente guapo. Sus duras facciones ahora eran sustituidas por una sonrisa dulce y relajada. Sentí una necesidad casi dolorosa de acariciarlo, de pasar mis manos delicadamente por su espalda; que estaba completamente al descubierto.

Aparté mi mano, sorprendida de no haberme dado cuenta siquiera de haberla movido, justo cuando iba a hacer contacto con su piel. No quería despertarlo, más bién no quería enfrentar el silencio incómodo que se haría entre ellos inevitablemente. ¡Santo cielo!, ni siquiera conocíamos nuestros nombres.

Siempre imaginé que luego de algo así me sentiría mal, culpable; como si hubiese traicionado a Anthony. Pero no había ocurrido, lo había disfrutado como nunca, me sentía libre e incluso... feliz. Entonces, ¿Cómo era posible que me sintiera culpable, por no estarlo?

Con mucho cuidado me deshice de su abrazo y me deslicé fuera de la cama. agarré su camisa que se encontraba tirada en un rincón del cuarto y cubrí mi desnudez con ella. Con pasos lentos y cuidadosos me dirigí al balcón. Tomé un cigarrillo, de la cajetilla que él tenía en una mesita junto a un encendedor y lo prendí, disfrutando de la vista.

Mientras el humo del cigarrillo volaba y me envolvía haciendo intrincados dibujos en el aire, el recuerdo del encuentro que habían tenido horas antes me atacarón sin poder evitarlo...

4 HORAS ANTES...

- Entonces... ¿Quieres jugar? - Me susurró al oído, haciéndome estremecer y soltar un pequeño jadeo- ¡Juguemos!

Me atrajo nuevamente hacia él y me besó con desesperación. Y mientras movía la lengua febrilmente en mi boca, me acariciaba la espalda y el trasero.  Sin poder evitarlo me arqueé contra él y me excitó sentir la presión de su miembro contra mí. Acto seguido, entrelacé mis brazos a su cuello y me dejé llevar por el sabor de aquella ansiosa y cálida boca.

Entre risas y besos, me llevó hacia la habitación. Al entrar y, en cuanto cerró la puerta, abandoné los coqueteos previos para pasar a la acción. Le puse las manos en el pecho y lo empujé contra una pared. Él se acercó nuevamente a mí boca y comenzó a besarme apasionadamente mientras me soltaba el cabello con impaciencia. Me tomó por las caderas y me acercó más. El deseo me abrasaba de un modo tan desesperado, que sentía que mi cuerpo era un volcán a punto de entrar en erupción. Metí las manos bajo su camisa y le acaricié el vientre. Después, interrumpí los besos para pedirle que se la quitara.

-Fuera -murmuré.

Mientras él se sacaba la chaqueta y la corbata, dí un paso atrás y me llevé las manos a la espalda para bajarme la cremallera del vestido. Él se quitó también los zapatos y los calcetines y, acto seguido, me puso las manos sobre los hombros y me indico que me diera media vuelta.

-Déjame a mí - me dijo, con voz ronca.

Me bajó el cierre a toda prisa y me giró para volver a quedar frente a frente. Entonces dejó que el vestido cayera al suelo. Estaba tan sensibilizada, que el simple contacto de la tela me hizo temblar. Quedándome solo con mi diminuta ropa interior, permanecí inmóvil durante algunos segundos y, luego, con el aliento entrecortado y el corazón latiendo a toda velocidad; llevé mis manos a su cinturón.

Pero él no me dejó hacer. Me aferró por los brazos y, con un movimiento rápido, me apoyó contra la pared. Me miró a los ojos por un instante y volvió a besarme con frenesí. Mientras que con dedos torpes y ansiosos intentaba desabrocharle el cinturón, me quitó el sostén y tomó mis senos en sus manos. Sintí ganas de gritar de placer al sentir sus caricias. En aquel momento, él comenzó a besarme el cuello y, lentamente, fue bajando. Levantó la vista y, sin dejar de mirarme, empezó a lamerme y a mordisquearme los pezones.

Strange LoveDonde viven las historias. Descúbrelo ahora