V. La primera misión

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El silencio de las calles de aquella abarrotada ciudad solo podía significar dos cosas. O que eras un negado en la orientación y te habías equivocado de ciudad o... que te habías metido en uno de los peores barrios donde ni siquiera Dios se atrevería a adentrarse por miedo a lo que te pudiesen hacer allí dentro. Pero claro, para dos agentes de policía como lo eran Ichigo y Grimmjow ese no era el caso.

—¿Estás seguro de que el informante dijo que ese sujeto estaría por aquí? —dijo el de cabellos anaranjados observando a su alrededor receloso. El veinteañero había oído hablar de los suburbios de Tokyo y lo cierto es que no eran cuentos bonitos, más bien eran historias de terror, de esas por las que no podrías dormir en semanas y quizás tendrías varias pesadillas.

El de pelo azul simplemente rodó sus ojos ante la pregunta que el chico había estado haciéndole por más de una hora. Con un simple gruñido en dirección a Ichigo continuó caminando por aquellas desoladas, ruidosas y malolientes calles como si nada malo pudiese sucederles en algún momento. El menor bufó exasperado y gruñó ante el vacío que su compañero le estaba haciendo en aquel momento. Pues sí, lo habéis adivinado, aquella era su primera misión con su compañero y por supuesto el cabrón no quería compartir ni una sola pista con él. Ya le estaba sacando de quicio el que el idiota pasase de su puta cara, pero que encima nole dejase trabajar, era el puto colmo.

Por lo que pronto el más bajo se paró frente a la pantera obstruyéndole el paso y deteniéndole abruptamente. Grimmjow bajó un poco su mirada hacia él y arqueó una de sus finas cejas mirándole con superioridad con aquellos felinos ojos azules. Los dos se quedaron en silencio durante unos instantes, Ichigo se había quedado sin palabras al momento de ponerse frente a él y el mayor solamente se quedaba mirándole tan fijamente que el pobre veinteañero se sentía un poco intimidado.

—¿Te vas quedar mirándome todo el rato o vas a decirme algo de una vez? —dijo Grimmjow con un sutil gruñido, y al ver el leve shock en el de cabello naranja sonrió ladinamente de esa forma tan socarrona que era tan característica en él. Dio un paso al frente dejando que sus cuerpos quedasen más cerca de lo que al chico le gustaría que estuviese. Y aunque la cercanía le había producido escalofríos -quería creer que malos-, Ichigo acabo frunciendo su ceño y apartó a su compañero al empujarlo con fuerza.

—No sé quién demonios te has creído que eres. Pero ni se te ocurra pasarte de listo conmigo imbécil, ni tú ni yo queremos estar juntos, pero te toca tragar y trabajar conmigo, así que deja de ser un puñetero gilipollas y haz tu maldito trabajo, —le gruñó el chico con el ceño fruncido, mirándole retadoramente con su mirada ocre, ocasionando que las cejas del de cabello azul se juntasen tanto que casi pareciesen una sola. El de pelo naranja arqueó una de las suyas sin comprender por qué se ponía de aquel modo solamente porque hacía lo que nadie más se atrevía... retarle. Y ya era hora, llevaba toda la maldita semana burlándose de él y ya no aguantaba más.

—Mira niño, tú... —sentenció con una voz que estremeció todo el sistema del veinteañero, para que el más alto desviase su mirada hacia atrás y le tomase de la cintura sorprendiéndole todavía más. Pero el de cabello naranja sintió como su compañero lo tomaba del brazo y lo llevaba hacía uno de los callejones de aquel lugar, e Ichigo sin saber cómo había acabado entre la pared y el cuerpo del mastodonte frente a él, quien tenía una de sus piernas entre las del más bajo mientras lo pegaba más a sí mismo a la par que ponía uno de sus brazos sobre la cabeza del chico y sonreía ladinamente acercándose amenazadoramente a este.

De manera automática el de cabello naranja posó sus manos sobre el pecho de la pantera para apartarlo de su cuerpo, en cambio con un gruñido ante el comportamiento de su compañero, Grimmjow, sin mucha dificultad volvió a pegarse completamente a este afilando sus intensos ojos azules.

Matched With an Idiot «GrimmIchi»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora