Había llegado el día, los agentes tenían listos todos los preparativos para la operación, solo fallaba una diminuta cosa, y eso era el conjunto de Ichigo. Que por más que se mirase al espejo, se veía ridículo para ir al antro donde llevarían a cabo la operación. Bueno, no ridículo, pero que no encajaba.
Con todo el lio que habían tenido esas semanas, a penas había tenido tiempo para ir a hacer las compras respectivas. Y todo lo que tenía era ropa de trabajo, es decir: Camisas blancas, beige y de leñador. El resto de la ropa su familia no se la había enviado todavía, solo lo de trabajo... Y era normal, no se esperaban que fuera a salir de fiesta, nadie.
Y ahora mismo, estaba con una camiseta básica, acompañada con una camisa de leñador, de tonos rojos y negros, bastante desgastada. Sus pantalones oscuros, con unas botas altas, negras y de estilo militar. Su cabello desarreglado y arremolinado como siempre, y un ligero toque de su colonia preferida, pero aún así, no era suficiente.Ichigo suspiró, no muy convencido de que así pudiese atraer a nadie. Y cuando iba a rendirse, escuchó el timbre y gruñó al imaginar quien podría ser el que tocaba una, y otra, y otra vez el timbre. Con un quedo y asqueado: Ya voy.
El chico fue hacia la puerta, tomando el pomo y abriendo, alzando su mirada y quedándose completamente en silencio al ver al hombre que tenía frente a él.La pantera, aunque Ichigo no quisiera admitirlo en voz alta, se veía muy, muy bien con el conjunto que llevaba.
Una camisa blanca, ceñida a su musculado, delgado y apolíneo cuerpo, con sus dos primeros botones abiertos, dejando a la vista sus marcadas clavículas y su piel tan clara. Los ojos de Ichigo bajaron a ver que llevaba unos pantalones de traje, acompañados con un cinturón de cuero negro, y la parte baja del traje con un corte elegante que lo hacía ver arreglado, seguidos de unos zapatos oscuros, con un ligero toque azulado que le hacían ver ligeramente más alto.
Y cuando Ichigo vio todo el conjunto de Grimmjow, observó como el hombre se había arreglado el cabello a un lado, y el fuerte aroma de la seductora colonia que llevaba puesta Grimmjow hizo al veinteañero tragar espeso.Ahh... Pero la maldita pantera tenía que hablar y cagarla―. Ni de coña vas a llevar eso Kurosaki.
― ¿Qué pasa con mi ropa? ―gruñó mirándose a si mismo e hizo una mueca―. Bueno, no estaba muy contento con mi selección pero...
―Ni peros, ni peras, ponte esto ―le ordenó lanzándole ropa a la cara―. Y venga, no tardes que si no, se nos va a escapar el sospechoso.
―Pero... ¿Cómo coño sabes si quiera si...?... ¡!
― ¡Corre, Kurosaki! ¡Y deja de perder el tiempo! ―, le espetó al empujarle de nuevo, y tras varios insultos y golpes compartidos el veinteañero fue a su habitación para cambiarse con diversos gruñidos de por medio.
El hombre de cabello azul observó desde la entrada la casa, o bueno, el pequeño apartamento, todo a su alrededor. Desde las blancas y lisas paredes hasta la decoración minimalista que había como inmueble. Solo unas pocas fotos decorando la mesa que estaba en la entrada. Todo en aquel apartamento gritaba a los cuatro vientos 'soledad'.
Aunque Grimmjow no era quien para comentar sobre algo así. Ya que su apartamento también tenía pintado en las paredes la misma palabra: "Solo".Con un carraspeo de una garganta ajena, la pantera despertó y llevó su mirada al veinteañero, y sus ojos aunque al principio se mostraron sorprendidos. Acto seguido se afilaron y mostraron un toque juguetón. Pues la camiseta ceñida de tirantes ceñida, con las mangas cortadas y de color negro. Esa imagen daba una vista sensual de su estrecha cintura, a la vista de Grimmjow, y de sus músculos definidos, sutilmente reflejados al trasluz. Los pantalones oscuros de cargo hacían resaltar más su atractivo cuerpo y su llamativo trasero. Y con las botas que llevaba antes sin duda hacia una mezcla perfecta.
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Matched With an Idiot «GrimmIchi»
RomansaTodo iba bien, trabajaba solo y al cien por cien de mis capacidades. Pero claro, al jefe se le ocurrió la gran idea de emparejarme con uno de los trabajadores más imbéciles que en toda mi vida haya podido conocer. Sí, señoras y señores, ese hombre e...