Hacer la compra tendría que empezar a considerarse un deporte de riesgo. O, como mínimo, hacerla en el súper de la esquina sí que debería serlo. ¿A qué súper me refiero? Ya sabéis, a ese que está al lado de cada casa, ese supermercado pequeñito y humilde en el que la sección de congelados está pegando con la de droguería. Sí, sí, ese al que has ido durante toda la vida y ya te conocen los hasta los que reparten la mercancía los lunes por la mañana. Todos nos hacemos a la idea de las pintas que tiene un establecimiento de esas características, es estereotípico. Y resulta que a un par de calles del bloque de apartamentos en el que vivían los integrantes de la Agencia, había una tienda similar. Por cercanía y comodidad, Dazai y Kunikida solían hacer allí la compra. Un día como otro cualquiera se habían bajado, ignorando los peligros de un acto tan sumamente cotidiano. Un consejo, nunca subestiméis la compra de la semana. No sabéis lo que puede ocurrir o por todo lo que ha tenido que pasar el que la ha hecho.
Allí estaban los dos tan tranquilos, un viernes por la tarde antes de un diluvio inminente. Amenazaba el clima por ponerse a llover. Si hubiesen hecho caso a las noticias del tiempo, habrían sacado un paraguas. Sin embargo, ese par parecía tener la televisión de adorno. Salvo los fines de semana por la noche, ahí le daban bastante uso. Incluso antes de empezar a vivir juntos, el placer de acurrucarse en el sofá con una mantita, un café y unas palomitas dé maíz recién hechas a ver una película no les era ajeno. Les encantaba casi tanto como hacer el amor. Además, a Osamu le volvían loco las películas de miedo, aunque él era lo verdaderamente terrorífico a la hora de verlas. Se partía de risa tanto que su compañero debía de tragar saliva. Pero eso era sólo algunas noche. Otras veces Star Trek los mantenía en vilo, y las de más allá el suicida acababa durmiéndose en el regazo del idealista, independientemente de la cinta que visionasen. En esas ocasiones, Doppo procuraba no despertarlo y, cuando acababa la película, lo llevaba a la cama de la manera más delicada del mundo.
Pero volvamos al tema de los peligros del súper. Para Kunikida, bajar con su novio a hacer la compra era como bajar con un niño de cinco años caprichoso. Y lo ponía en serios aprietos porque por una parte le desajustaba los presupuestos con su típico: "me apetece esto", "quiero comprar lo otro", "tengo antojo de no sé qué". Pero, por otro lado, desde que empezaran a salir y conociera ciertas historias particulares sobre las razones de sus vendas, le encantaba mimarlo y darle el gusto. En momentos como ese, no sabía que hacer. Y estaba justamente pasando por uno de ellos.
-Hey, Doppo, compremos de estos.
-Osamu, odias el chocolate. Recuerdo demasiado bien cómo me enteré. -Gruñó el idealista al ver la innecesaria caja de cereales recubiertos de chocolate que su novio había cogido de un estante.
-Pero me encantan los cereales. Por favor.
Cuando ponía ojitos tiernos, lo desarmaba. Pero aquella vez tenía que ser fuerte.
-No voy a comprarte unos cereales que me voy a acabar comiendo yo.
-No te los vas a acabar comiendo tú.
-Claro que sí.
-Que no.
-Que sí. Saltarás con un: "Kunikida-kun, esto tiene demasiado chocolate, no me gusta." Y yo acabaré tragándomelos porque odio tirar la comida. Te conozco y te veo venir.
-Tienes un error crucial. Hace cinco meses dejé de llamarte Kunikida-kun.
-¿En serio es eso lo que está mal en mi predicción?
-Estoy intentando una retirada estratégica, no me pongas las cosas más difíciles.
El idealista puso los ojos en blanco, bufando para sus adentros. Por suerte, Dazai cedió rápido y dejó los cereales en su sitio. Seguramente, sólo hubiese querido gastarle una mala broma. Kunikida revisó por última vez la lista de la compra, mirando simultáneamente el carrito. Comprobó que todo estaba en su sitio y que el único antojo del moreno -por el momento, porque parecía tener una adición por los chicles de menta que exponían al lado de la caja registradora- fueron los cereales y asintió satisfecho. La pareja de detectives se encaminó hacia la salida para pagar, pero justo en la sección de productos de limpieza se encontraron con alguien a quien jamás esperaron ver en el súper. Vamos, es que de toda la vida Doppo había pensado que algún subordinado le hacía la compra al líder de la Port Mafia.
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Cómo convivir con un suicida [Kunikidazai] [BSD fanfic yaoi]
Fanfiction[Segunda parte de: Cómo conquistar a un suicida] Una vez conquistado tu suicida particular, creías que todo el trabajo estaba hecho, ¿eh? Iluso. ¿Y qué pasa cuando te propone que os vayáis a vivir juntos? ¿Lo tienes todo preparado? Ya sabía yo que n...